Al regresar a su escritorio, no había rastro de Yeonjun, así que por un momento T/n pensó que no había Sido descubierta escapándose, pero luego se fijó en los folios sobre la mesa y ese momento paso. Evidentemente Yeonjun no estaba por ningún lado, pero le había dejado trabajo suficiente para tres meses, ¿De dónde diablos sacaba tantas cosas?
Se sentó y comenzó a trabajar sin continuar haciéndose preguntas que no valía la pena contestar. Se concentró en toda aquella basura sin sentido que Yeonjun le había dejado sobre su mesa de trabajo y rápidamente fue absorbida por el quehacer.
Estaba tan concentrada en lo que hacía, que no se dió cuenta de que Yeonjun había llegado. No sintió ese extraño estremecimiento que experimentaba cuando ambos se encontraban en la misma habitación hasta que no lo sintió golpear contra la mesa con la punta de los dedos. Levantó la cabeza y se encontró con sus ojos oscuros fijos en ella.
-¿Si?- preguntó un poco aturdida.
-Necesito hablarte. Ven a mi oficina- dijo.
Bien. Nada de "por favor", nada de "cuando puedas". No sería Yeonjun si fuera cortes, él solo se dió la vuelta y fue hacia la oficina dejando la puerta abierta, tal vez porque se imaginaba lo mucho que T/n odiaba cuando lo hacía.
Su escritorio estaba estratégicamente situado frente a la puerta de la oficina de Yeonjun, lo que quería decir que si él dejaba las puertas abiertas ambos quedaban frente a frente. Claro ue eso no solía suceder porque Choi Yeonjun era un ermitaño que adoraba encerrarse en la soledad de su oficina y fingir que el mundo no existía.
Se levantó de su cómodo asiento dispuesta a averiguar que era lo que quería. Tal vez su única intensión era joderle la vida un poco más, quizás poniéndole más trabajo.
-Cierra la puerta- pidió cuando la vio entrar.
Con pasos lentos, ella se acercó hasta uno de los sillones que estaban frente a él, pero se quedó de pie. Se preguntaba que quería Yeonjun con ella, por lo general solía ser muy directo. Decía lo que tenía que decir y daba la conversación por terminada.
Fijó sus ojos en ella y se cruzo de brozos antes de iniciar.
-¿Hiciste la cita médica?- preguntó.
Siempre al grano. Nada de "¿Cómo te sientes?" "¿Va todo bien?" Alguien tenía que mostrarle a Yeonjun palabras de cortesía, ¿No le enseñaban eso en el jardín de niños?
-No. La verdad es que lo olvide- admitió.
Los ojos de Yeonjun se quedaron fijos en los suyos y... ¡Vaya! No recordaba ningún momento en casi cinco meses en el que ella y Yeonjun tuvieran contacto visual por tanto tiempo, o tantas veces en un solo día. Ella no solía mirarlo a los ojos, pero de un momento a otro eso había cambiado y ella ni siquiera podía recordar cómo había sucedido. De un día para otro había empezado a gustarle mirarlo.
-Eres bastante irresponsable, ¿Sabías eso?
-He estado ocupada- se excusó.
-Ocupada dejando tu puesto de trabajo en horas laborales para irte a chacharear por ahí con Sandra Wilmore- replicó Yeonjun sin expresión alguna en el rostro.
-Yo...
-Ve a hacer esa llamada, T/n- ordenó- Y quiero que me informes luego.
Sus ojos lo miraban. Su cerebro le decía que debía irse ya, sin embargo, estaba perdida recordando a Miranda aquella mañana, preguntándose qué tipo de conversaciones tendría, ¿Cómo sería su relación? Dios, no quería pensar en Yeonjun y Miranda. En serio quería que estuvieran juntos, pero al mismo tiempo algo en su interior tiraba en otra dirección.
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A las seis de la tarde por fin había logrado terminar todo lo que tenía pendiente. Incluso había logrado conseguir una cita con una tal doctora Rodes para el jueves a las 3:45 P.M. Esperaba tener más tiempo para prepararse, pero no iba a poder ser. Se repetía que el jueves estaría bien. Estaría perfecto el jueves.
Era el momento de dejar de darle largas a algo que inevitablemente tendría que hacer más temprano que tarde.
Antes de subir a su auto, cruzó a la cafetería y se compró un chocolate como el que había tomado en la mañana con Sandra. Al parecer había encontrado una nueva adicción.
T/n sabía que tenía todo el día tratando de alargar la hora de llegar a su casa porque últimamente no le apetecía ni un poco estar allí, así que comenzó a andar sin rumbo por las calles. Sabía que lo que estaba haciendo carecía de absoluto sentido porque, al fin y al cabo, tendría que llegar a casa en algún momento y, porque en su interior sabía que en su casa nadie le había hecho nada para que mantuviera esa actitud de niña malcriada pero estaba en un momento de su loca vida en el que sentía que cualquier cosa era un ataque.
¡Malditas hormonas!
Condujo y condujo hasta dar de frente con un parque. Estacionó y se quedó unos minutos dentro del auto viendo el tiempo pasar mientras terminaba de tomarse su chocolate. Estaba anocheciendo y obviamente ese lugar no era muy seguro. Había visto pasar a dos personas en quince minutos, pero, aunque su cerebro le decía que no era una idea inteligente ella se bajó del auto y pusó la voz de su cerebro en mute.
Eso precisamente era lo que necesitaba, un momento a solas, caminar, pensar un poco. Hacer planes.
Necesitaba pensar para saber que responder cuando alguien le preguntara qué haría con su vida. Él no tener ni idea no la hacia parecer para nada madura o responsable, al contrario, solo aparentaba ser otra adolescente metiendo la pata.
Había pasado poco más de una hora cuando volvió a su auto. Ya estaba totalmente de noche y hacia más frío del que su traje de trabajo podía soportar. Aún no había aclarado sus ideas, pero por lo menos se sentía un poco más calmada.
Ya no se sentía a punto de explotar. No encontraba en su interior la angustia con la que había llegado unos minutos atrás. Claro que algunas cosas rondaban por su cabeza, pero no se sentía atormentada por ellas y eso era bueno.
Lo único que no se había atrevido a tocar eran las palabras de Sandra aquella mañana porque, por Dios, no tenía ningún sentido pensar en eso cuando era una completa y gigantesca tontería. Ella no estaba enamorada de Yeonjun, ella estaba embarazada de Yeonjun. Las personas tienden a crear cuentos de hadas entre los demás siempre que hay un niño de por medio, pero, aunque se escuchará cruel, no era necesario amor para embarazarse
No iba a permitir que Sandra y sus propias hormonas alocadas le jugarán una mala pasada haciéndole pensar que estaba enamorada de Yeonjun, por favor, si él ni siquiera le simpatizaba, más allá de sentir un breve deseo de arrancarle la ropa ocasionalmente.
Claro que eso nunca, jamás volvería a suceder. Si de un momento de deliciosa imprudencia había sacado un embarazo, si se le ocurriera repetirlo tal vez la caía un elefante desde el cielo directo a su cabeza.
Encendió el auto y se dirigió hacia su casa. A esas horas ya todos habrían cenado y estarían en el salón viendo ese estúpido programa de tele trivias que a sus padres le encantaban. Así que con suerte podría cenar sola en la cocina y luego irse a la cama sin mucha molestia.
Después de todo, el día no había sido tan malo.
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Y Ahora ¿Que Hago? (Yeonjun y tu)
FanfictionT/n es una joven ejemplar con un futuro meticulosamente planeado: terminar la escuela, encontrar un trabajo, ingresar a la universidad... Todo estaba planeado, menos conocer a Choi Yeonjun. T/n nunca se había imaginado que se sentiría atraída por su...