No dejaba de temblar, intenté serenarme más de una vez, pero en cuanto extendía mi brazo para tomar el sobre, el pulso volvía a traicionarme, Ed notó el estado en que me encontraba y con un gesto condescendiente se ofreció a leerlo por mí. Inhalé hondo y boté el aire despacio antes de negar con la cabeza, sin importar lo que decía allí adentro, me tocaba armarme de valor y descubrirlo por mí mismo, solo así lo sentiría real.
Mis dedos siguieron batiéndose a voluntad, pero con todo y eso, al fin me atreví a agarrar el sobre, aunque otro largo rato debió transcurrir antes de poder abrirlo. Miraba aquel envoltorio de papel en mis manos, mil pensamientos me asaltaron: «Es negativo, debes hacerte a la idea», «despídete», «¿quién dijo que alguien como tú puede tener un hijo así?».
—Tob, ya es demasiado suspenso —me dijo Ed en tono bajo, pero consiguió sacarme de mis terribles pensamientos, entonces fijé la mirada en él—. Lo abres tú o yo me encargo, pero deja de darle largas.
Abrí el sobre con cuidado, extraje el papel y al principio mi mente no consiguió procesar los datos. Números y letras se mezclaban en mi cabeza, debí releer una vez más y de inmediato, mis ojos se inundaron al comprender.
Ed se puso de pie y enseguida vino conmigo, pero ni siquiera el fuerte y cálido abrazo de mi mejor amigo resultaba suficiente para calmar al trepidar que se había apoderado de mi cuerpo, lágrimas no dejaban de brotar.
—Tob, maldición —susurró a mi oído mientras me palmeaba la espalda. Yo intenté aferrarme lo más posible a él—. Amigo, creí que...
Se le trabó la lengua entre sollozos al escucharme gimotear. Allí estábamos, un par de treintones cercanos a los cuarenta, llorando cual bebé que ha perdido su chupete favorito y lo peor era que yo no podía emitir palabra alguna, sentí un fuerte nudo en mi interior.
Cuando los balbuceos que se nos escapaban cobraron sentido, era Ed quien hablaba con un aire de derrota:
—Tob, s-sé que d-debías estar preparado... —Tartamudeó entre sollozos, el llanto había sido de tal calibre que incluso hipaba un poco—. P-pero hasta yo llegué a e-esperar un p-positivo...
Giré mi lloroso rostro hacia él antes de contestarle, un poco confundido:
—¿Qué coño dices? ¡Es positivo!
Ed abrió la boca, asombrado y de inmediato me arrancó el resultado para ojearlo por sí mismo, aún llorando, leyó en alto:
—Un noventa y nueve punto noventa y nueve porciento de compatibilidad... ¡¡¡No me jodas, Tob!!! —gritó exaltado y me empujó fuerte, cerca estuve de caer del sofá, pero eso fue suficiente para hacerme reír como idiota— ¡Maldición, me asustaste, estúpido! —añadió entre llorosas risas.
Corrí a buscar a Tadeo, aunque con la misma emoción del momento, me estrellé contra la mesa de centro al levantarme y maldije por lo bajo, pero ni siquiera me importó el dolor en el pie.
Cargué al bebé y lo abracé con demasiada fuerza, besé su frente, mejillas y cabello. Nunca antes había sentido algo así: una mezcla de alivio con esperanza, con un sentimiento de calidez que brotaba desde mi pecho, todo temblor se aplacaba con solo sentir el calor del bebé junto a mí.
La entrada de Tadeo a mi vida fue algo que no esperaba, pero el amor que ya sentía por él me obligó a jurarle que nunca lo dejaría, sin importar lo que pasara...
—Siempre estaremos juntos, bebé y haré hasta lo imposible para que tengas una vida feliz —le dije en un susurro y volví a besarle.
Ya no me importaba si Jessica u Odalys aparecían o no, por mí, podían irse al infierno si así lo deseaban, en adelante me iba a asegurar de que Tadeo no sufriera otro abandono, por eso, era el turno de lo más importante: iniciar el proceso de filiación.
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No te esperaba || ¡YA EN FÍSICO!
HumorEl señor Wolf no cree en el amor. Eso es para pobres diablos, suele decir. El señor Wolf solo ama el dinero y fraterniza con el trabajo. A sus treinta y cinco años está a punto de convertirse en socio de la segunda constructora más importante en el...