XXXIII

2.7K 418 167
                                    

—Mamita, Lio; lo siento. Lamento no haberles contado que acepté la propuesta del señor Evans para ayudarme a localizarlo.

Ricky hablaba bajo, despacio y con frecuencia evadía la mirada de mi jefe y su esposa. Nos encontrábamos al interior de la limusina blanca en la cual ellos llegaron esa noche, habíamos abordado luego de ver a Zack y Norman largarse; corrimos con suerte de no tener espectadores durante todo el desastre acontecido.

Malena, primero limpió las heridas en mi cara, varias veces me quejé en bajo mientras lo hacía hasta envolverme en vendas, me sentí una momia; el jefe lucía impasible, pasó la mirada de mi novio a mí más de una vez; Ricky sostenía una bolsa de hielo contra su mejilla izquierda.

En ese momento de aparente calma fue que sentí el peso de mis actos porque, independientemente de lo ocurrido o la actitud del infeliz ese, me peleé a golpes con un cliente durante la inauguración de un proyecto de suma importancia y esa decisión tomada en el calor del momento me costaría mi anhelado nombramiento.

Me maldije en silencio; además, aunque no lo admití en ese momento y todavía el día de hoy me arrepiento, sentí un remanente de rabia contra Ricky por todo el desastre. ¿Cómo no culparlo? Nada de eso habría ocurrido si él no hubiese intentado manejar el asunto solo.

—Mamita, sé que no te parecía buena idea, pero sentí curiosidad, por eso quise verlo antes de contarles. —Un pesaroso suspiro dejó escapar—. Sin embargo, no resultó bien, pero creí que no lo volvería a ver.

—Tobías, ¿tú estabas enterado de esto? —preguntó Malena consternada y con la vista en mí, asentí en silencio antes de reposar la cabeza hacia atrás sobre el respaldo, fijé mi semi obstruida visión en el tapizado champán que recubría el techo de la limusina y luego contesté con dificultad, me costaba horrores hablar.

—Apenas lo supe hace días. Zack era terrible con él en la empresa...

—¿Terrible? —inquirió el señor Murano cargado de rabia— ¿Cómo que terrible? ¿Qué te hizo, Ricky?

Mi novio no se atrevía a soltar palabra y aunque no lo veía, estaba seguro de que pasaba la vista de uno al otro.

Tomé su mano y la apreté cuanto pude, con ese gesto le pedí contar todo. Ricky asintió en voz baja y procedió a relatarles desde el principio, cuando decidió aceptar que el detective privado que trabaja con el señor Evans realizara la búsqueda, a eso le siguió los nervios del primer encuentro, la decepción por lo mismo y luego cada insulto, humillación y maltrato que recibió de su parte en todo el tiempo que trabajamos juntos; sentí la ira arremolinarse dentro de mí, pese al increíble dolor, quise ir de nuevo a buscar al desgraciado.

Ya que mi posición me impedía verlo, tiempo después, supe por Ricky que el rostro del señor Murano lucía enrojecido de ira, su mirada parecía un par de ardientes brasas listas para quemar y la verdad no me sorprendió, en el evento pude notar el gran cariño que siente por el chico y saber todo lo que ese tipo le hizo, obviamente le revolvió la sangre.

—Gracias por contarnos, hijo —le dijo mi jefe, luego sacó su celular, pude notarlo cuando escuché el sonido de la llamada saliente—. ¡Le voy a meter tantas demandas por el culo que necesitará andadera!

La rabia era evidente en el tono del jefe quien suele ser bastante amable, pero ese tipo había ido demasiado lejos. En cuanto fue atendido por su equipo legal, se sumergió en la llamada telefónica y Ricky volvió a dirigirse a su madre en tono bajo y pausado supuse que se sentía apenado:

—Mamita, de verdad lo siento, sabes que te amo y eres mi orgullo, también Lio; pero me ganó la curiosidad.

El tono que Ricky empleó me dolió, pero a la vez, imaginar la mirada destrozada de Malena también, porque sí, él lo hizo por curiosidad, pese a eso fue a escondidas como si desconfiase de ellos y definitivamente tal decisión no le sentaba bien a ella, la hizo sentir traicionada.

No te esperaba || ¡YA EN FÍSICO! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora