Ricky no salía del asombro y debimos pausar la charla en el instante que llegó la comida. Él suele ser hablador, incluso entonces, pero asumo la conversación previa lo dejó pensando porque se dedicó a engullir su plato desde un absoluto silencio.
—¿Quieres ordenar un postre? —le pregunté cuando escasos ravioles permanecían en su plato y me respondió enseguida:
—Creo que aún pronto, Tobi.
—Oh, está bien, cuando gustes —contesté sonriente y regresé a terminar mi plato, pasó otro rato de silencio en el cual solo escuchábamos la música del violinista que ejecutaba a Mozart desde el eje central y se mezclaban con el resto de sonidos provocados por las voces o el repiquetear de platos de los comensales alrededor.
Ricky contempló por algunos segundos su plato vacío, luego se sirvió una nueva copa a tope antes de poder emitir otra palabra:
—No hablo del postre —expresó en tono bajo y fijé la mirada en él. Un largo suspiro dejó escapar antes de continuar, sonaba algo nervioso al hacerlo—: Tobi, yo te quiero y sabes que a Tadeo también, pero apenas tenemos meses juntos. No creo estar listo para ese paso, lo siento.
Mi respuesta fue una sonrisa, también volví a buscar sus manos sobre la mesa y enlacé nuestros dedos.
—¿No estás molesto conmigo? —preguntó en un hilo de voz y negué con la cabeza en silencio sin variar el gesto sonriente.
—¿Por qué me enojaría? Ricky, no te forzaré a nada. Quizás tienes razón y esa propuesta sea una locura de mi parte, pero desde que descubrí esto que siento por ti, todo ha sido así para mí: una increíble locura.
—Tobi...
—Para mí será lo mismo que te mudes ahora que dentro de un año o más porque deseo tenerte en mi vida, no quiero que seas solo mi presente, sino también mi futuro; que mi hijo crezca como tuyo, de tu mano...
—¿Imitándome igual que en fin de año? —preguntó risueño, cargado de ironía y fue difícil contener una fuerte risa al recordar cómo Tadeo acabó vestido igual a él, pero con capa y sombrero de mago.
—Sí, así, tal cual —Contesté luego de calmar la risa y él me observó atento—. Quiero que crezca con nuestro amor incondicional y aprenda de esa seguridad que tú sueles demostrar.
La mirada de Ricky lucía brillosa y emocional, un par de reluciente esferas de oro eran sus ojos en ese momento. Cuando una incipiente lágrima se asomó en su ojo derecho, me apresuré a limpiarla con mi puño y sonrió, posé la mano en su mejilla y por inercia restregó el rostro contra mi palma en busca de una caricia que no tardé en regalarle.
—Ricky, por loco que parezca, quiero que los tres seamos una familia.
♡⁀➷♡⁀➷♡⁀➷♡⁀➷♡
El chico de cabellos turquesa prometió pensar mi propuesta de vivir juntos, por tal motivo, tampoco se quedó a dormir conmigo esa noche. Dijo que consultaría con la almohada y su mamita para hallar la mejor decisión.
Yo no estaba muy seguro de que ella quisiera apoyar tal petición, sobre todo, porque aún no habíamos tenido la oportunidad de ser presentados formalmente, casi siempre estaba ocupada o de viaje.
Sin embargo, Ricky prometió organizar un encuentro ya que yo sentía las cosas algo furtivas, aunque él solía llamarme exagerado.
A pesar de no tener una respuesta aún para mí, Ricky, cada vez pasaba más noches en casa, yo solía contemplarlo con ojos rasgados cuando jugaba con Tadeo o le leía cuentos antes de llevarlo a dormir.

ESTÁS LEYENDO
No te esperaba || ¡YA EN FÍSICO!
HumorEl señor Wolf no cree en el amor. Eso es para pobres diablos, suele decir. El señor Wolf solo ama el dinero y fraterniza con el trabajo. A sus treinta y cinco años está a punto de convertirse en socio de la segunda constructora más importante en el...