XLIII (Final)

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Dos palabras.

Dos palabras volvían a emerger de su garganta, pero a diferencia de las veces anteriores, sentía todo dentro de mí descontrolarse para bien. El bebé en mis brazos y la maleta rodante con estampa de Bartolito junto a Jessica, me decían que todo estaba a punto de volver a su lugar y de nuevo las palabras se rehusaban a abandonar mi boca.

—¡Rickyyyy! —la fuerte exclamación del bebé me hizo notar la presencia de mi novio. Al llegar junto a mí, Tadeo de inmediato intenta lanzarse con él.

—¡Mi chiquito especial! ¿Vienes adentro conmigo? —Aunque le pregunta al bebé, sus ojos viajan como una súplica hacia Jessica quien con una nostálgica sonrisa, asiente en silencio y puedo notar su mirada cristalizarse conforme los vemos alejarse.

—Jessica...

—Lo siento, de verdad... —Su voz se ahoga.

—Pero Jessi...

—Tobías, obviamente yo no ganaría ese caso. Ricky tiene razón, fui egoísta. —Por largo rato la observo tomar aire y luego suspirar sonoramente, las lágrimas retenidas de a poco comienzan a brotar y enseguida se limpia con una mano—. Perdóname, perdóname por todo el daño que les he hecho, no merezco ser llamada madre.

Siento mi pecho quebrarse al verla perder por completo la entereza y caer al suelo sobre sus talones.

—¡Ella era su madre, yo... yo no soy nadie!

Soy consciente de todo el daño que ha provocado, quién sabe si algo de todo esto le deje secuelas al bebé para el futuro, pero juntos, como familia es que debemos trabajar para que tal cosa no ocurra; por eso, decido acuclillarme frente a ella y tomar sus manos, Jessica enseguida posa su destrozada mirada en mí.

—¿Qué piensas hacer? ¿Salir de su vida otra vez? —le digo en tono bajo, su temblorosa mirada no deja la mía y por largo rato ninguna palabra logra colarse.

—¿No sería acaso lo mejor?

Mi cabeza se mueve en una silenciosa negación y la veo tragar con dificultad.

—Eres su madre, la única que le queda. —Me toca inhalar una profunda bocanada de aire y liberar un lánguido suspiro antes de poder continuar—. Ese lugar nadie va a quitártelo. No importa cuánto amor reciba de mí, Ricky, sus tíos, abuelos o amigos; siempre serás su madre y depende de ti el recuerdo que él se forje o el apego que lleguen a desarrollar.

—Hice algo horrible...

—Sí, así es y solo tú puedes enmendarlo. —Me atrevo a limpiar sus lágrimas, pero su rostro enseguida vuelve a humedecerse—. No se trata de lárgate porque cometiste un terrible error, sino quedarte a reparar el daño y asegurarte de hacer todo mejor que antes, por él.

—To-tobías, ¿cómo puedes ser así conmigo a pesar de lo que hice?

—Porque mi único interés es él —replico en el acto con una nimia sonrisa—. Jessica, todos cometemos errores; si le preguntas a Ricky por los míos te haría una larga lista, eso tenlo por seguro.

Una veloz risilla compartimos y aprovecho de limpiar sus lágrimas con mi mano una vez más.

—Lo importante es quedarnos y luchar por nuestros hijos, Jessica, hacer lo mejor que podemos, a pesar de los errores que siempre existirán porque somos humanos.

—Tobías...

—Eres una buena madre, Jessica. —Sus ojos comienzan a temblar y con premura le obsequio una nimia sonrisa—. Los he visto, haz ganado su corazón en los escasos meses que han compartido, no te conviertas en la mujer que lo abandonó porque eso será una herida que lo marcará para siempre.

No te esperaba || ¡YA EN FÍSICO! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora