XXXIX

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—Tadeo, campeón, quiero presentarte a Jessica... —El bebé esperaba atento desde el sofá escucharme acabar, tragué saliva un momento, pensando cómo seguir.

—¿La señora de los helados es tu amiga, papi?

Ladeé la cabeza, confundido, luego de escucharlo y fijé la vista en Jessica, ella le sonrió a Tadeo. Sin embargo, no podía confrontarla en ese momento frente a él, repliqué el gesto suyo al continuar:

—Sí, campeón...

—Yo te podo decir que vende helado afuera del colegio, papi. Ricky me compó. Tío Ed ta lejos y no sabe.

Escuchar la deducción de Tadeo me sacó una risa baja porque era obvio que se refería a mi búsqueda con Ed. Jessica se sentó junto a él y aunque sentí cierta molestia por lo que acababa de descubrir, no dije nada, le permití estar con él.

Para aquella tarde había transcurrido una quincena desde nuestro encuentro en el motel y el motivo por el cual dejamos pasar un par de semanas antes de verse fue simple: quería que las cosas se hicieran de la manera correcta; por eso, ayudé a Jessica a encontrar y financiar un departamento pequeño donde pudiese vivir, así, llegado el momento, llevaría a Tadeo consigo algunos días a la semana porque jamás en la vida le permitiría meterlo en ese sitio que habitaba.

También ingresó a trabajar como recepcionista en Murano y de a poco comenzaba a reconstruir su vida.

El día más anhelado por ella finalmente llegó, la expectación y ansiedad bailaban en su semblante, el miedo no dejaba mi pecho. Acordamos no revelarle en un principio a Tadeo el parentesco hasta después de que hubiesen compartido por lo menos un par de meses, Jessica aceptó sin dudar porque si era esa la única condición para recuperar su afecto, estaba dispuesta a hacerlo. Solo que en ningún momento mencionó el trabajo del cual habló el bebé y eso me descolocó un poco.

Los vi reír y jugar, un par de veces le escuché a ella preguntarle si le permitía besarle la cabecita o abrazarlo y en esos momentos notaba un profundo alivio asomarse en el rostro de Jessica cuando Tadeo accedía. Sin embargo, en cuanto Ricky apareció después del trabajo, el bebé se fue sobre él y prácticamente olvidó la presencia de ella sin importar que mi novio se sentó en la sala un rato a compartir con ellos antes de ir a cambiarse.

Tadeo mientras fue a su alcoba por alguna cosa para jugar con él.

—Lamento eso —le dije a Jessica en cuanto tomé asiento frente a ella.

—Son muy unidos —replicó algo nostálgica con la vista en el corredor que conduce a las habitaciones, quizás a la espera de ver al bebé asomarse de nuevo.

—Así es. Ricky me ha apoyado demasiado desde que Tadeo llegó aquí.

—No sabía que tú también eras bi.

A pesar del tiempo, ese tema seguía causándome algo de bochorno, porque sí, era cierto, pero no podía evitar ruborizarme al pensar en eso. Jessica sonrió y se disculpó, asumí que por mi reacción. Aunque no indagué en el tema, ella decidió tocarlo:

—Varias veces lo he visto recoger a Tadeo en la escuela y pensé que era algún tipo de niñero, jamás asumí que fuese tu pareja.

Una nerviosa sonrisa se me escapó.

—Pues, ¡sorpresa! —exclamé en tono irónico y una risa baja dejó salir— Jessica, ¿por qué no me contaste sobre ese trabajo? ¿Y por qué yo no te he visto antes?

—Te lo dije, me convertí en espectador y por mucho tiempo tuve miedo de acercarme a ti, no sabía cómo hacerlo. Cuando finalmente lo hice aquel día, pensé que ibas a matarme, sentí pánico.

No te esperaba || ¡YA EN FÍSICO! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora