XXXV (II)

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Encendí la linterna del celular en cuanto comenzamos a adentrarnos al bosque. Él no dudó apretarme la mano fuerte por la dirección que llevábamos.

—Tranquilo, no está lejos lo que quiero mostrarte. —Le transmití mi calma porque lucía algo asustado, él asintió en silencio y continuamos caminando.

Luego de varios metros entre la espesura, me volteé hacia él al empezar a percibir en el ambiente un sonido y vi su rostro cambiar de aterrado a curioso en un instante; entonces, volví a sonreír.

—Tobi, ¿es agua lo que oigo?

Afirmé con la cabeza en silencio y ninguno dijo otra palabra hasta que poco a poco empezó a notarse un claro completamente alumbrado por la luna llena, el sonido era mucho más fuerte, pero el rostro de Ricky ya no reflejaba miedo, una hermosa sonrisa lo decoraba.

Estábamos en mi sitio favorito de la propiedad: una laguna de aproximadamente quince metros cuadrados de extensión con unacal pequeña cascada que emergía directo de la montaña, el vapor se alzaba sobre las aguas serenas y todo el verdor aledaño le hacía lucir como un sitio encantado.

—¿Son aguas termales, Tobi? —Afirmé en silencio a su emocional pregunta—. ¡Es increíble!

—Extrañé demasiado este lugar cuando me fui, aunque el último recuerdo que tengo de acá no es tan agradable.

—¿Por qué, Tobi?

Decidí caminar hacia la orilla, sentarme en el entablado que papá mandó a construir, descalzarme e introducir las piernas en la cálida agua. Ricky hizo lo mismo que yo, a mi lado.

Sentí el corazón como un redoble y no supe si el calor se debía al agua o su cercanía, pero fue esa la primera vez en más de un año que tuvimos una interacción diferente a un simple saludo o par de palabras.

—Siempre quise traer aquí a Odette. —Comencé a contarle en bajo—. Desde el embarazo soñé con venir, jugar con ella. Su delicada condición me lo impidió. Cuando murió y Odalys se encerró, me refugié muchas veces en este sitio.

Un largo silencio apareció, entretanto, yo inhalaba suficiente aire y luego solté despacio en varios ciclos mientras buscaba el valor para acabar de contarle.

—Su muerte, depresión de Oda, constantes pleitos, culpas, infidelidad y posterior divorcio fueron una carga emocional imposible de llevar...

Una vez más el silencio emergió, observé atento la caída de agua y recordé aquel último día que pasé aquí, cuando Ed me salvó de ahogarme por un "accidente" no tan accidental. En realidad, me sentía miserable, tomé hasta emborracharme, casi perdí la consciencia y luego salté, quería que la laguna me tragara, ya no volver a sentir o quizás, reencontrarme con mi pequeña.

La mano de Ricky se posó en mi hombro y así abandoné mis divagaciones mentales. Lo observé en silencio un segundo, lucía preocupado, pero en lugar de continuar, decidí levantarme del entablado y sacarme la ropa ante su mirada de asombro. No podía contarle sobre eso, aquello debía permanecer oculto por siempre.

Me lancé al agua como bala y lo escuché quejarse por salpicarle. La laguna se sentía tibia igual que la recordaba y en aquel momento envueltos por el remanente del frío invernal, resultaba increíble. Bastó sacar la cabeza para ser salpicado cuando él optó por seguirme, una risa baja se me escapó.

—Tobi, concuerdo contigo, esto está genial. Sin duda, es mi sitio favorito también.

Sonreí ante sus palabras, agradecí que no buscase indagar más, quizás intuyó lo que intenté decirle. Sea como sea, de algún modo, al compartir con él en ese lugar, lograba mitigar el peso de mi decisión pasada, esa que había convertido a la laguna en un recuerdo triste.

No te esperaba || ¡YA EN FÍSICO! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora