Los días se tornaron semanas, posteriormente un mes al cual le siguió otro, luego otro y otro. No volví a buscar a Ricky después de aquella vez, merecía a alguien igual de especial que él y obviamente ese no era yo.
Pese a lo que hice, ese chico mantenía el contacto con Tadeo, en sus palabras: "no quiero ser otra persona que lo abandona", dejaba en evidencia el increíble y hermoso corazón que estúpidamente yo destrocé.
Él y Tadeo solían entablar largas pláticas por videollamadas o incluso pedía mi permiso para llevarlo de paseo.
Muchas veces, era el responsable de retirarlo en la guardería; llegado septiembre, fue en el colegio y luego de pasear juntos, lo devolvía conmigo.
Parecíamos una de esas ex parejas que se divorcian e intentan mantener la paz por los hijos, no podía evitar maldecirme y cada vez que lo veía partir, a bordo de su scooter porque ni siquiera me permitía llevarlo, resultaba aun peor.
Suspiraba cansino al recordar mi estupidez. Sin embargo, me propuse dejar de pensarlo.
Como socio, contaba con mayor libertad para administrar mis tiempos. Decidí centrarme en armar un buen equipo de trabajo al cual delegar funciones y separar suficiente espacio para compartir con mi hijo.
Tadeo se hacía más listo y expresaba de mejor manera sus ideas llegado a los tres años. Era un encanto verlo al teléfono con sus abuelos o Ricky, también en sus juegos con compañeros y amigos del parque; poco a poco dejaba de ser un bebito y se convertía en un alegre niño que gustaba de cantar, bailar y hacerme reír.
De hecho, si en algún momento me veía muy estresado por trabajo en mi despacho de casa, aparecía bailando al ritmo de la salsa y me obligaba a ir con él a la sala. Una gran terapia de relajación, debo admitir, lo que no resultaba muy divertido era pensar cada una de esas veces en el chico de rizos turquesa que dejé ir.
Así pasó el tiempo hasta llegar a diciembre con la locura navideña. A pesar de la relación diplomática que manteníamos por el bebé, Ricky no dudó en acompañarnos en casa para decorar. Sebas e Irene se suponía que también, pero nunca llegaron.
En algún momento sentí menos frío el trato de Ricky mientras dábamos vueltas alrededor del pino, colgando las luces. De hecho, ya que él iba adelante y quiso acelerar el paso, se tropezó con una caja de adornos y acabó en el suelo conmigo sobre él, mi corazón parecía un redoble de tambor ante la cercanía, él lucía nervioso y a la expectativa también.
Sin embargo, nada pasó; me incorporé y le tendí mi mano para ayudarlo.
Los meses siguieron su curso, la vuelta a clases de enero trajo consigo la peste, es que Tadeo cayó muy enfermo y al poco tiempo, mientras él mejoraba, yo me sentí indispuesto y sorprendentemente, mi enfermero tenía rizos turquesa.
Antes de darnos cuenta llegamos a marzo, algunos días faltaban para el retorno de la primavera. Realizamos un viaje hacia la casa de San Antonio, por el cumpleaños de mi madre.
Sebas y su familia también se sumaron a las mini vacaciones; así que los seis partimos en su van hacia una excursión por tierra. Sí, habría sido más rápido y sencillo en avión, pero Irene y mi propio amigo continuaban algo nostálgicos desde que despidieron en el aeropuerto a Santiago, rumbo a su nueva vida universitaria.
Asimismo, los tres niños que nos acompañaban se sentían emocionados por la aventura. Serían unas doce horas de viaje y decidimos repartir la conducción en turnos de tres horas, incluido treinta minutos de descanso.
Recorrimos toda la costa, atravesamos tres estados en el trayecto: San Sebastián, Santa Catalina y San Javier, cada uno de punta a punta. Pese a compartir sus playas y tonos del cielo, sutiles diferencias había en las orillas como el color de la arena: blanca en el primer sitio, marrón y con árboles distintos en el segundo y rocosa con manglares en el tercero.
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No te esperaba || ¡YA EN FÍSICO!
HumorEl señor Wolf no cree en el amor. Eso es para pobres diablos, suele decir. El señor Wolf solo ama el dinero y fraterniza con el trabajo. A sus treinta y cinco años está a punto de convertirse en socio de la segunda constructora más importante en el...