XXIX

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Ricky estaba destrozado, por un momento permanecí estático, pasmado, incrédulo; pero en cuanto comprendí sus palabras, me apresuré a abrazarlo, disculpándome mil veces por desconfiar de él y tratarlo como lo hice. No dudó en aferrarse a mí con demasiada fuerza.

Me dolió horrores verlo en tal estado y sentí fuertes deseos de ir tras ese cretino por hacerlo sentir miserable. Él me lo impidió.

—No, Tobi —me dijo entre sollozos, apretándome muy fuerte—. No cometas una tontería y menos ahora.

—Ricky, ¿cómo me pides calma si mira el estado en que te encuentras?

—Quédate conmigo, yo estaré bien. —Luego de una profunda bocanada de aire a la cual le siguió un largo y sonoro suspiro fue que emitió otra palabra—: Tobi, si haces un disparate en este momento, lo perderás todo.

Él no dejaba de aferrarse fuertemente a mí y solo por eso me quedé allí, pero odiaba verlo así. Cuando lo sentí serenarse un poco entre mis brazos fue que besé su cabeza y volví a pedirle contarme.

Me dijo que al terminar una investigación, cerró la laptop y vio mi fólder sobre la mesa del comedor, pensó avisarme, pero luego de que no presté atención al mensaje acerca del encuentro con Malena, decidió traerlo; además, para ese momento yo ya estaba en la reunión.

Cuando llegó, no halló a Margot para entregárselo, lo que significaba que hacía muy poco de toda aquella situación ya que yo tampoco la encontré en su puesto. Ricky entró, lo posó sobre mi escritorio y se distrajo con un portarretrato que tengo allí donde Tadeo y yo aparecemos en una fotografía durante las preparaciones para la que fue nuestra primera navidad juntos. Mi novio sonrió por el enternecedor momento que él mismo capturó y Zack entró:

—Mira quién está aquí, la loquita —le dijo el desgraciado y aunque a Ricky le molestó la burla, decidió contestarle con ironía:

—Hola, papi, écheme la bendición.

Zack lo contempló airado por un rato, luego notó la fotografía que permanecía en manos de Ricky y con saña comenzó a decirle cosas hirientes que en un principio intentó sobrellevar con risas y comentarios irónicos como: "¿celoso, papi? ¿Acaso te gusta Tobías?"; eso me hizo reír, a él también se le escapó una sonrisa, pero se aseguraba de aferrarse fuerte a mí por dos motivos: el primero era mantenerse en pie; el otro, evitarme salir a cobrar venganza.

—¿Crees que todos son una abominación como tú? —le dijo el desgraciado y Ricky apretó con mucha fuerza el retrato— Los que son como tú no deberían existir y menos tú que has sido un error desde la concepción.

Intenté sin éxito liberarme porque Ricky se mantuvo aferrado a mí, pero escucharle contar aquello entre lágrimas me provocaba un hervor en la sangre que amenazaba con romper la paz que él intentaba alcanzar e ir a asesinar al tipo ese.

Sin embargo, nada podía hacer más que escuchar cada parte de la historia.

A pesar de cuánto dolor, él le había provocado, Ricky trató de mantener la entereza y luego de devolver el retrato a su sitio se giró a encararlo, no se permitió llorar porque no le daría el gusto, fue eso lo que pareció enojarle más: el no conseguir quebrarlo como otras veces.

—¿Qué te molesta más de mí? —le respondió, dando algunos pasos en su dirección— ¿Saber que el hijo que abandonaste sobrevivió para buscarte?, ¿que tu odio no me afecte? ¿O será el hecho de que tu sangre machista viaja por las venas de tu primogénito homosexual? —Cada pregunta de Ricky enfurecía más a Zack, en palabras suyas: "parecía un toro a punto de embestir".

—Tú me das asco —respondió el desgraciado y luego añadió—: sácate de la cabeza esa insulsa idea porque tú no eres mi hijo.

—Tienes razón, existen los donadores de esperma, aunque al menos a ellos les pagan, tú las repartes gratis y luego pretendes que nada pasó. Por eso odias a Norman también, ¿cierto? De él sí te obligaron a encargarte, ¿o me equivoco?

No te esperaba || ¡YA EN FÍSICO! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora