XXV

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Aquel domingo, faltaban unos cuatro días para fin de año y en compañía de mis padres, Tadeo y Ricky, paseábamos por el mall de la playa en busca de los último detalles y nuestros respectivos atuendos para la celebración. Nos encontrábamos en una tienda de ternos finos, viendo los nuevos modelos.

Mientras papá era asistido en su prueba de traje, yo buscaba uno para el bebé que hiciera juego con mi elección la cual ya se encontraba lista y empaquetada en caja.

Noté a Ricky disimular un suspiro ante un modelo de la nueva colección juvenil de Ferro&Jo'Jo, una pareja de diseñadores que trabajan de la mano de Mr. Fisher y cuya marca ganaba fuerza en los últimos años. El diseño, en cuanto a color, sería demasiado exagerado y brillante para mí, por eso escogí un corte clásico de Boss en tono oxford. De hecho, mi novio se mordió el labio inferior al verme y hasta cruzó las piernas, sentado en un sillón, quería ocultar ocultar cierta evidencia.

Sin embargo, en él, con esa infinita alegría, porte delgado, tono de piel y cabello, definitivamente iría bien tal terno. El saco satinado de un color océano y solapas a distinta tonalidad, más bien celeste casi azulino, a juego con el pantalón y en lugar de camisa, una polera blanca. La verdad, sí, demasiado brillante para mí; pero en él, seguro se vería bien, por eso me acerqué con Tadeo sobre mis hombros.

—¿Por qué no lo pruebas? —pregunté en bajo con una sonrisa y él me devolvió el gesto algo apenado.

—Tobi, no será un Boss, pero igual es alta costura, mi presupuesto no llega.

En lugar de decirle otra palabra me dirigí a un sujeto de la tienda para solicitar su asistencia, Ricky me miraba con una mezcla de sorpresa y ganas de asesinarme cuando pedí el traje para él.

Mientras el joven buscaba las prendas acorde a las medidas de Ricky, él suspiraba y no dejaba de mirarme molesto.

—Tobi, no quiero que lo hagas, trabajo duro desde niño para costear mis cosas. ¿Esto se sale de mi presupuesto? No lo compro, es un gasto banal y ya.

—¿Puedes parar con eso?

—No necesito la lástima de nadie.

Suspiré cansino, creo que en realidad me sentí exasperado. Sí, como siempre, ese chico buscaba la manera de sacarme de mis casillas.

—Ricky, ¿quién diablos habla de lástima? —le dije en tono fastidiado a la vez que halaba su mano y lo obligué a bajar de la plataforma circular donde permanecía a la espera. Al tenerlo conmigo fue que emití otra palabra—: A ti te gusta, eres mi pareja, pienso que lucirás genial, ¿existe algún maldito problema con hacerle un regalo fino a mi novio?

Estuvo a punto de replicar algo más con su ceño fruncido, pero el gesto de su cara rápidamente cambió por otro abochornado luego de comprender lo que dije; se mordió el labio y después de susurrar un "gracias" con la mirada desviada, regresó a la plataforma.

Tomé asiento con el pequeño mago entretanto el asistente ayudaba a Ricky. Tadeo ubicó un mazo de cartas sobre el sofá blanco de dos puestos que él y yo ocupábamos; con su varita me pidió tomar una y un momento después devolverla a la pila para mezclar.

La verdad, ni me molesté en memorizar el número pues daría lo mismo la figura que me mostrase el bebé, lo aplaudiría entre risas y así fue, amaba escucharlo decir: "abadaba" mientras movía su varita, era adorable.

—¿Y bien?

La consulta de Ricky me obligó a desviar la atención del bebé hacia él y debo decir que comprendí su reacción durante mi prueba porque me pasó lo mismo, sentí las mejillas arder ante su sonrisa insinuante luego de notar mi cruce de piernas. No había duda, esa cosa estaba diseñada para él y pese a la brillante combinación, lucía elegante.

No te esperaba || ¡YA EN FÍSICO! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora