Esta mañana me levanté antes de que los primeros rayos del sol se colaran por la ventana, en realidad me costó un poco conciliar el sueño. Sin embargo, tuve cuidado en todo momento de no despertar a Ricky, aunque como siempre, su cabeza reposaba sobre mi pecho. Es una imagen que amo contemplar, disfruto ver esa serenidad que transmite su gesto apacible, me reconforta.
Sonreí al pensar en aquel tiempo cuando la cabeza de mi novio parecía salida de alguna película de fantasía o anime, hoy del turquesa solo queda el recuerdo y pese a que la seriedad o sobriedad no son lo suyo, el nuevo estilo con destellos dorados sobre sus rizos oscuros, lo hace lucir maduro a la par de hermoso sin perder su alegre encanto.
Con delicadeza reemplacé mi cuerpo por una almohada a la cual se aferró enseguida en respuesta al tierno beso que planté en su frente. Probablemente habría querido acompañarme y la verdad, Oda, quería dedicar este día a nuestro encuentro.
Todos dormitaban cuando abandoné la casa, no sé si el motor del auto habrá despertado a alguien antes de salir, pero en ausencia de mensaje o llamada alguna, he de suponer que no.
Ha pasado tiempo, creo que debí venir aquí antes, quizás acompañar a Jessi y Tadeo en más de una ocasión, pero la realidad es que algo me impedía hacerlo, quizás miedo a la muerte porque me ha arrebatado la felicidad por años o tal vez el hecho de que entraste a mi mundo en un sitio similar a este, cuando éramos un par de niños. Fueron buenos momentos a tu lado.
Contemplando tu foto en la lápida, siento un sobresalto en el pecho porque me habría gustado hablar contigo en persona y no con tu imagen sonriente tras un pequeño cristal que jamás va a contestarme.
—Oda, si te lo preguntas, estamos bien, donde sea que te encuentres, creo que lo sabes. Seguro te emocionaste con la navidad familiar y nevada en San Antonio, Tadeo junto a Ricky parecían ametralladora, disparando bolas de nieve a sorprendente velocidad, Jessica se sintió como en casa, habló mucho de su infancia entre las montañas de Santa fe.
»¿Y qué me dices del quinto cumpleaños de nuestro hijo? Fue una celebración preciosa y divertida; Tadeo, vistió del hombre araña y saltó como loco en ese parque bungi que mi novio consiguió para él.
Una risita se me escapa, aunque ha pasado tiempo, a veces cuesta creer que de verdad estoy en una relación formal con un hombre y no cualquiera, sino uno exasperante como él. Procedo a sentarme sobre la hierba medio marchita, con la vista en esa silenciosa fotografía que muestra a una sonriente Oda de cabello muy corto con pinceles en mano y el rostro salpicado de pintura; supongo que Jessica capturó el momento mientras ella realizaba alguna obra, siempre amó el arte.
—Espera, lo dije mal, mi casi esposo consiguió el parque, y es la forma correcta de llamarle porque en cuestión de horas así lo será. Tal vez ese es el motivo para mi presencia aquí hoy, esta fría, pero despejada mañana invernal.
»Pensé en nuestra boda y vida juntos, la verdad, fue hermoso hasta irse todo al hoyo, tal vez me siento nervioso por eso, no quisiera repetir todo aquello porque actualmente, Oda, la felicidad baila en mi pecho a su lado, aunque sea tan insoportable y escandaloso. ¿Puedes creer eso de mí? A veces aún me cuesta, pero basta escuchar sus escándalos para sonreír y sentir una calidez increíble dentro de mí.
Una nueva risa se me escapa. Cuando ha mermado, libero un sonoro suspiro antes de volver a dirigirme a ella. Pese a que las cosas salieron tan mal entre nosotros y todos los errores cometidos, Odalys es la responsable de que hoy por hoy, mi vida esté llena de risas y alegría en compañía de una familia maravillosa...
—Y por eso, quiero que sepas que no te guardo rencor, fuiste parte especial e importante en mi vida; sin mencionar que, antes de partir, me hiciste el regalo más grande: Tadeo, quien trajo consigo a ese insufrible chico que se metió en mi pecho y esa mujer que ha sido una increíble aliada para criar a nuestro hijo. Te juro que siempre voy a velar por ella también porque se nota cuánto la amaste, Oda. —Un lánguido suspiro surge desde mi garganta antes de poder decir algo más, siento nervios—. ¿Sabes? Quisiera escucharte, saber que todo estará bien y liberarme de este incipiente miedo por ese para siempre que se viene en cuestión de horas, el cual solo espero que esta vez sea así. ¿Tú qué dices? ¿Crees que lo logremos?
El silencio se hace presente, por un segundo contemplo su imagen a la espera de una respuesta que por lógica, no llegará. Sin embargo, basta comenzar a erguirme para sentir una ventisca que, pese al ambiente invernal, se siente cálida contra mi mejilla derecha como una tierna caricia venida del viento.
Sonrío, lo hago, aunque no te veo ni te escucho porque sé que aquí te encuentras, oíste cada palabra y con ese simple gesto, siento mi interior apaciguarse.
—Oda, aquella vez en el cementerio tuviste razón porque cada amargo recuerdo que había endurecido mi corazón, con el tiempo, se ha tornado dulce, ahora puedo ver la sonrisa de Trevor en Tadeo, tu amistad y compañía en Jessica y la alegría de vivir en ese chico a quien estoy a punto de darle el sí. Ellos me dieron esa familia que siempre soñé y por ello te agradezco.
Me despido en silencio, elevando una plegaria al cielo y me enrumbo a la salida del camposanto, siento menos peso que al llegar y una sonrisa me asalta el rostro con solo ver al joven moreno que aguarda por mí, junto al auto.
—Antes de que digas algo, solo pasaba y vi tu auto —me dice cuando he llegado junto a él, aunque quiere sonar convincente, sé que miente, es consciente de cuán difícil fue para mí venir aquí. Paso un brazo por detrás de su cintura para pegarlo conmigo y su sonrisa se torna algo nerviosa—. Bien, lo admito, quería venir contigo, pero desperté cuando partiste.
—Gracias por venir e irrumpir en mi vida.
—Tobi...
—Te amo. —Compartimos una sonrisa, seguida de un corto beso—. ¿Qué dices si vamos a casa a prepararnos para la boda, casi esposo?
—Ese plan me agrada, casi esposo.
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Hola mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜💖 es un placer para mí volver a leernos, espero hayan disfrutado el chiqui-epílogo con el cual cierra esta bonita historia 💖
Muchas gracias por todo su apoyo y pronto se viene un extra súper divertido, les aseguro un buen de risas😆
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No te esperaba || ¡YA EN FÍSICO!
HumorEl señor Wolf no cree en el amor. Eso es para pobres diablos, suele decir. El señor Wolf solo ama el dinero y fraterniza con el trabajo. A sus treinta y cinco años está a punto de convertirse en socio de la segunda constructora más importante en el...