Capitulo 23

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Shippo: ¿Vas a algún lado? - pregunto mientras lo detenía - ¿No entendiste que ella ya hizo su vida y tú no estás dentro de sus prioridades?
Inuyasha: No te metas en esto Shippo. - protestó mientras lo empujaba -
Shippo: Ya no soy un niño, ahora sí puedo defender a mi madre. - golpeándolo - Alejate de ella, o Sesshomaru será el menor de tus problemas.

Sin más, Shippo se fue, de ahí, mientras que los dueños del lugar ayudaban a Inuyasha a ponerse de pie.

.......

Durante la siguiente semana, Aome siempre, todas las mañanas, al salir de su casa, se encontraba con Inuyasha, al igual que cuando salía de la clínica, la seguía en todo el trayecto en ir a dejar a Kiki a la escuela y de ahí al hospital.

Algo que el pequeño lemuriano aprovechaba, pues haciendo uso de su telequinesis, le arrojaba piedras, incluso un día al pasar por el mercado, le lanzó algunos tomates.

Aome: ¿Qué haces aquí? - pregunto al entrar a su casa y ver ahí a Inuyasha - Te puedo demandar. ¿Lo sabes no?
Inuyasha: Es la única forma que encontré para poder hablar contigo. - respondió tratando de justificarse - Te la has pasado evitandome.

Aome vio que Inuyasha tenía en sus manos una de las fotografías del día de su boda, incluso y sin temor a equivocarse, era en la que aparecían ella, Mu, Kiki y Shippo.

Por lo que, aún alzando al pequeño Shion, se acercó al peliplateado y le quitó el portaretratos.

Inuyasha: Te veías hermosa el día de tu boda. - dijo sin más - Me habría encantado verte así.
Aome: Por favor vete. - ignorando lo que Inuyasha le había dicho -
Inuyasha: No veo a tu esposo por ningún lado. - acercandose a ella - En todos estos días que he venido a buscarte, no lo he visto.
Aome: Salió del pueblo por trabajo. - poniendo distancia entre ellos - ¿A caso no percibes su aroma por toda la casa?

Desde que Mu había muerto, Aome rociaba su ropa con la colonia que el lemuriano solía usar, y después usaba su perfume, era como una forma de sentir que iba con ella a todos lados.
Igualmente, habia veces que esa misma colonia, la rociaba por la habitación.

Por otro lado, Kiki, quien se había mantenido atento a la conversación, y cuando vió que Inuyasha se estaba acercando demaciado a su madre, hizo que la pequeña mesa que estaba cerca de donde estaba, se moviera, y le impidiera avanzar.

Inuyasha: ¿Por qué mientes? - sorprendiendola - Sabes que puedo oler cuando alguien miente, y aunque te duela aceptarlo, te conozco, y hay una gran tristeza en tu mirada.
Aome: Por favor vete. - dejando al bebé en un cunero y llevándolo con ella a la cocina - Tengo cosas que hacer.
Inuyasha: ¡Dime que te hizo ese estúpido! - grito al tiempo que la seguía - Dime que no se atrevió a jugar contigo y se fue dejándote con los dos niños.
Kiki: ¡Mi padre jamás haría eso! - encarando a Inuyasha - Él es un gran hombre.
Inuyasha: Esto es cosa de adultos, no te metas niño.
Aome: Inuyasha, no le hables así a mi hijo. - protestó en cuanto escucho el tono de regaño en él -
Inuyasha: Soy mayor que él, debe respetarme.
Aome: Mi hijo respeta únicamente a quien lo respeta a él y a nosotros. - refiriéndose a ella y a Mu - Por favor, vete.

No quería pelear con ella, por lo que salió de la casa, sin embargo, sus ojos se abrieron con sorpresa, pues, justo a dos cuadras de la casa de Aome, vio a Sango y Miroku, se sorprendío al verlos, y decidió seguirlos, sabía que eran reencarnaciones, pero aún así los siguió, escuchando su conversación en el proceso.

Miroku: ¿Por qué un mameluco de animal? - pregunto con curiosidad -
Sango: He visto que Aome viste a su bebé así. - respondió sin dar más detalles - Supongo que le gustará.
Miroku: A veces siento que conozco a la señorita Aome, al igual que a la doctora y a la enfermera Onigumo. - dijo, tomando de la mano a su esposa -  No sé, tal vez de otra vida.
Sango: Me pasa lo mismo. - suspiro y luego siguió hablando - Aunque me sorprende la fortaleza de ellas tres, sus parejas y padres de sus hijos hace casi seis meses se fueron a una misión del ejército, y dicen que en la primera semana de ausencia no supieron más de ellos.
Miroku: Estoy seguro de que ellas saben que pasó lo peor, y sólo esperan que se los confirmen. - respondiendo a lo dicho por la castaña - Pero igual me sorprende su fortaleza, no se han dado por vencidas, y todo es por sus hijos.
Sango: Espero de todo corazón, que cuando reciban noticias de ellos, sean buenas.

En alguna ocasión, Sango y Miroku le habían preguntado a Aome por su esposo, pues siempre la habían visto a ella sola con sus hijos, y ella les dijo que su esposo estaba en el ejército, al igual que las parejas de Kanna y Kagura.

Que desde hacia unos meses habían salido en una misión, y que durante la primera semana habían perdido contacto con ellos.
Aunque claro, esa era la versión que habían quedado de dar, pues era un poco difícil de explicar que habían muerto en una guerra entre dioses.

Pero ahora Inuyasha entendía porque veía esa tristeza en los ojos de Aome, pues llevaba meses sin saber de su marido, intuyo que ya estaba muerto.

Dos días después

Los dos días de paz que había tenido, se fueron por la borda en cuanto vio que Inuyasha estaba una vez más frente a su puerta, era un sábado por la tarde, y por más que le negó la entrada, este término ingresando a la casa.

Inuyasha: Ví a Sango y Miroku. - dijo al entrar -
Aome: Si, Miroku es el director del hospital y Sango la directora del orfanato. - respondió sin darle mucha importancia -
Inuyasha: Sin querer escuché su plática cuando venían a verte. - dijo sin más - Tú esposo ya no está. ¿Verdad?

Por primera vez desde que lo había visto, no le importo que pudiera causar algún daño en su casa o que alguien viera, pues había dejado la puerta abierta, y entonces, uso el conjuro que hace años no usaba.

Aome: ¡ABAJO! - grito, haciendolo besar el suelo - ¿Quien te crees para venir y decir todo eso? - pregunto con enojo - ¡ABAJO! - volvió a gritar - No tienes ningún derecho, y ahora vete de mi casa antes de que te mandé al centro de la tierra.

El verdadero amor no es el primeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora