«Tan destrozado que no puede repararse»
«Tantos errores que tiene miedo de continuar»
El destino ha sido cruel pero justo con ellos, no hubo momento mejor que el ahora, en las situaciones y circunstancias correctas.
«Tan destrozado que no puede repa...
—Pedro, ya me cansé de cargar el vino y las botanas. —un pequeño moreno con la mirada marrón fruncida se quejaba en medio del camino— Cárgalas tú.
—Julio, Julio, Julio. —negó el mayor haciéndose el desentendido— Yo soy quien te está contando el chisme, mínimo deberías estar cargando esas bolsas. —hincó su dedo en la sien del más bajo.
Acto seguido la punta del calzado de Julio chocó con la pierna del mexicano.
—Ya no hay respeto a los mayores, tsk tsk. Bueno, como seguía diciendo...—Julio rodó sus ojos al ver el cinismo de su mejor amigo— El gordo de Alfred se lo merece, aún recuerdo que por su culpa tuve que soportar todos los llantos de Itzel, como dicen el karma tarda pero llega.
Ambos miraron ambos lados de la carretera para cruzar a la siguiente calle.
—Aunque sigue sin agradarme la idea de tener a mi hermana en citas con ese pendejo de Francis, pero cualquier cosa es mejor que el idiota de Francisco. —bufó con molestia.
La mirada chocolate del boliviano también se tornó seria ante la mención de esa persona.
—¿A Itzel en verdad le gusta él?
—Es obvio, como si no la conociera, pero por lo menos ya está reflexionando.
—...
—¡Ugh! En verdad si no es con uno, es con otro, esa pendeja no sabe escoger personas a la verga. Al final Francis sucumbirá a su amor de años, y los que sobrarán serán Alfred y mi hermana. El chisme estaba bueno hasta que involucró a Itzel, eso significa problemas para mí, su adorado, hermoso, sexy e inteligente hermano mayor que tiene que ver con ella.
—Te faltó narcicista.
—Exacto, me falto "semental".
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—Ya no andes de quejica, ya estamos aquí, Manuel esta pendejo pero no es un monstruo.
En ese instante se abrió la puerta del departamento del chileno; éste ultimo los recibió junto a un "Lomito" rebosante de alegría.
—Gracias por hablar mal de mí de frente y no a mis espaldas. —Julio le entregó las bolsas llenas de botanas así como la botella de vino casi lanzándoselas.
—De nada, para eso están los amigos. —Pedro entró a sus anchas saludándolo con un agarre en su hombro.
Manuel suspiró.
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