A los ojos de Miguel

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Si alguien pudiese entrevistar a los amigos más cercanos de Miguel, inclusive al propio Miguel, acerca de la persona que más odia en el mundo, la respuesta sería unánime.

Francisco.

Todos vieron muy de cerca la experiencia de Miguel en su relación fallida con el ecuatoriano, desde una ilusión de enamoramiento, con la protección y sensibilidad caracterizada por el moreno de ojos dorados, hasta la decepción que le llevó años visualizar, arrebatándole todo lo que dio en ella, incluso su propia luz.

Miguel lo quiso mucho, podría decirse que era el gran primer amor del menor, y es por eso que al recordar cómo se desvelaba en las noches por la preocupación, cómo lloraba por los problemas que constantemente tenía con Francisco, cómo perdió la razón en esos años que estuvo con él, ahora solo traían emociones de rencor y rechazo hacia esa experiencia pasada.

Ahora más bien, Miguel lo odiaba, de la misma intensidad de lo que una vez lo quiso.

Era un odio del que estaba seguro, un odio con el cual podría vivir sin pensarlo demasiado, un odio que lo traía a la realidad, un odio que ya era parte de él.

Pensó que estaba bien sentirlo, él era dueño de sus emociones, era dueño de sí mismo, no obstante cuando se vio acorralado por los reproches de Julio, la única forma de defenderse fue una respuesta dura y tajante. Nadie podía juzgarle, él tenía todo el derecho de sentirse así, él podía tomar sus propias decisiones sobre sus pensamientos y emociones.

¿Verdad?

Miguel permanecía tan ocupado lidiando con sus propios sentimientos, con las barreras de autodefensa que se imponía sobre él y los demás, pero todo se desmoronó con la llamada que recibió. 

Ahora, después de recibir la llamada de Itzel, Miguel se veía alterado, Julio y Daniel, quien llegó inmediatamente su novio le llamó, también podían percibir la preocupación en la mirada dorada, una preocupación en la cual el peruano no podía controlar el temblor en sus manos y latidos contundentes que saltaban contra su pecho. Por tales motivos, Julio así como Daniel fueron con él hasta el departamento de Manuel, pagando el taxi y procurando su bienestar hasta la puerta del departamento en cuestión.

"¿Por qué? ¿Por qué está sucediendo esto?"

"¿Por qué Manuel está involucrado?"

Ciertamente Miguel era invadido por una maraña de pensamientos, los cuales lo mantenían en su mundo, siendo incapaz de percibir muchas cosas.

Él tenía las llaves del departamento de Manuel, pero por la desesperación se olvidó de ello y tocó la puerta repetidamente hasta que una Itzel con la cara empapada de lágrimas les abrió rogándoles porque separaran a los pleitistas.

Miguel no dudó, sin decir una palabra, dio un primer paso hacia la instalación, quedándose a medio camino al escuchar la voz Manuel.

— ¡Eres un bastardo!

—¡No mereces a Miguel!

—¡Lo dañaste! ¡Quebraste su espíritu! ¡¿Y te regodeas de eso?!

—¡Él no es un objeto, no es alguien a quién puedas utilizar para tu beneficio!

—Él es un ángel, un ser de luz que merece la mayor felicidad en el mundo.

—¡¿Por qué lo dañas?! ¡No lo hagas!

"Manuel..."

"Manuel todo este tiempo estuvo al tanto de lo que ocurría, de lo mal que lo pasaba."

"Todo este tiempo, él estuvo guardándose todo." "Sufriendo en silencio."

Sus ojos se cristalizaron, acumulándose de lágrimas contenidas.

Only One  || Chirú ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora