«Tan destrozado que no puede repararse»
«Tantos errores que tiene miedo de continuar»
El destino ha sido cruel pero justo con ellos, no hubo momento mejor que el ahora, en las situaciones y circunstancias correctas.
«Tan destrozado que no puede repa...
El mayor de ambos tomaba un bocado de su sandwich, después de hablar sobre lo reciente ocurrido en su vida amorosa. Si bien la molestia del reencuentro que tuvo con Francisco todavía seguía en pie, eso no mermaba el hambre que normalmente sentía casi siempre.
— Ambos sabemos que pienso de Manuel, me cae super mal, la verdad.
Miguel sonrió mientras seguía masticando, sabía que no lo decía de manera seria. Julio era tan tierno en ese aspecto.
— Pero prefiero mil veces que estés con él, a que lo estés con Francisco. —lo último sí era muy cierto, siendo que el más bajo no dejó de observar con preocupación a su amigo.
Miguel abrió y cerró los ojos repetidas veces sin poder creer lo que acababa de escuchar. Al final, y después de terminar su bocado del sándwich, sonrió de una manera abierta y cálida.
—Aw, Julito. Sabía que en el fondo querías a Manu, solo que eres muy tímido. —sin embargo aún así lo molestó.
—¡¿Pero qué?!— el mencionado se exaltó e hizo un mohín de disgusto.
Miguel río ante su reacción, últimamente era muy divertido molestarlo, sobre todo cuando era relacionado a su noviazgo con Manuel.
—No hace falta decirlo, Julito. Yo se lo diré a ...—no obstante, el menor no lo dejó continuar.
—¡Eso no es así! ¡A quien quiero es a ti! Por eso me preocupo por tu bienestar.
Ellos eran amigos de años, ambos se conocían muy bien, sobre todo por todo lo que habían afrontado juntos. De esa manera, Julio podía intuir que Miguel ocultaba ciertas emociones tras una sonrisa, por lo que, muy a pesar de que estaba siendo molestado, continuó.
La mirada café se posó sobre la dorada tratando de transmitirle que lo apoyaría ahora y siempre.
Miguel se quedó callado por unos segundos, mientras sus orbes se cristalizaban, algo que supo mantener a raya.
—¡Julito!—abrazó a su amigo mientras se mecía junto a él — eres tan adorable.
Nuevamente, volvió a lo suyo.
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Ese sábado por la tarde, Miguel se preparó varias botanas y una jarra de sangría para él solo, a fin de disfrutar una maratón de una serie que le gustaba mucho por la plataforma de Netflix.
Se sentía entre disgustado y divertido por lo que había ocurrido hace unas horas; prácticamente Pedro lo botó del departamento de Manuel, con la excusa de que, desde que mantenía una relación con Manuel, él ya no compartía mucho tiempo con su mejor amigo.
