Su mirada le desespera bastante. Esos ojos rojos que no para de seguirlo con atención mientras camina de un lado al otro en la habitación.
—Ese mocoso de Himawari siempre se mete en donde no lo llaman. Y claro, ahora yo tengo que pagar las medicinas que ocupaste. ¡Tú, di algo! Lo que sea no te quedes callado, maldición. ¿No pudiste decirle que no?
Nadeshiko grita desesperado. Ese niño solo lo mira y no dice nada. Sabe que andaba algo mal en él desde la noche anterior.
Durante su iniciación se quedo sentado en su lugar sin hacer nada, estoico, mirando de principio a fin como se entregaba a la lujuria del cliente. Al principio decidió que le daría las gracias por no arruinarle nada. De una manera amarga y condescendiente para que no se tomara tantas confianzas con él. Pero cuando termino y su cliente se marchó. Nadeshiko al abrí la puerta de la habitación contigua se encontró de frente a Yuri que simplemente agacho la mirada e inmediatamente se arrastró con paciencia hacia los cojines del suelo, le dio la espalda y se dispuso a dormir sin más. Nadeshiko se sintió ofendido por esa actitud. Lo normal hubiera sido que Yuri se pusiera a llorar o quisiera escaparse o le gritara negando su evidente futuro. Sin embargo ese niño actuaba como si lo que hubiera visto fuera de lo más normal. No pudo evitar gritarle:
—¿¡¿Qué crees que haces?! ¡¿Qué crees que fue lo que viste?! Mi actuación fue perfecta —Inmediatamente Yuri se levanta y mira a su hermano, este se pasea y le dice condescendiente—. Ah, ya se, lo que pasa es que no sabes que fue lo viste. —El niño albino no contesta—. Vamos, responde lo que te pregunte.
—Si... sé.
—Así. Entonces vamos, dime.
Le miro con superioridad. Esperando humillar al chiquillo sin no le daba una respuesta o comenzaba a balbucear sin sentido o avergonzado.
Pero en su lugar el menor lo miro fijamente y contesto:
—Eso... es follar.... Y se <> bien.
Lo dijo con tal naturalidad que dejo a Nadeshiko con la boca abierta. Tardando unos segundos en cuestionarle:
—¡¿Cómo sabes eso?!
—Lo vi antes... líder hacerlo mucho...
Yuri le relato sobre la caravana errante donde vivía antes. Como en las noches durante sus fiestas se emborrachaban. Que de vez en cuando el jefe se llevaba a una de las mujeres lejos de los demás, muy cercas de donde ponían su celda. Al principio solo los escuchaba ruidos fuertes de jadeos y gritos, especialmente de ellas.
Hasta que una noche sin poder dormir por los ruidos se acercó gateando despacio y decidió alzar un poco la manta que cubría su celda y ver todo lo que hacia los adultos. Fueron varias veces las que los vio curioso. Había algo ahí, en las expresiones de su líder, en los rojos de los rostros de las mujeres, en los movimientos de los cuerpos sudorosos. Que le llamaba la atención y que impedía que alejara la mirada. Más nunca pregunto que era o que hacían. Ya en ese entonces el líder de la caravana le había dado a entender que el que hablara era un estorbo. Y no vio razón de hacerlo.
Hasta que una noche el líder de la caravana lo descubrió a mitad de proeza. Yuri solo observo como se sonreía y arremetía con más fuerza contra el cuerpo de la mujer que estaba debajo de él con la parte de arriba del kimono bajado y la parte inferir abierta.
Cuando los adultos terminaron bajo rápidamente la manta y se fue ala orilla contraía de su celda a dormir. Escucho a la mujer irse y al líder acercarse hasta el, caer sentado y recargarse en la carreta a un costado de su reja.
—¡Oye! —escucha que le habla. Se escucha torpe y que bebe algo de una cantinflora de baro— ¡Te estoy hablando! —Golpea la reja con su puño bastante fuerza, se escucha el crujir de la madera— ¡¿lo viste todo?!
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Raikoritsu no hata (El campo de las lycoris)
FanfictionDurante el periodo Edo y la gubernatura de Tokugawa como parte de su política de control, las leyes establecían la restricción de los burdeles en distritos especiales separados por muros a cierta distancia del centro de cada ciudad, denominados "Yu...