Duodecima Carta:

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Querido Caleb:
Te seguí hasta el hospital
Ella estaba allí
Pero ni tu padre, ni tu hermana
Quiza no sepan nada
Me ha pedido que me fuera
Que ibas a estar bien
Un par de rotas costillas
Y te escucho reír
Al parecer no puedes fumar aquí.

Dear, Caleb.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora