Cuadragésima novena carta:

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Querido, Caleb:

Dos mil trescientas cincuenta y ocho horas

Es de esas veces en que me suelo sentar a pensar

Y termino más triste de lo que estaba al comenzar

Releo y releo las cartas, buscando respuestas

Sin embargo me alegro, los químicos hacen efecto

Estas en un diferente mundo, caminando en un diferente espacio

Tráeme muchas fotografías

 Aunque no me las muestres, podré verlas a escondidas

Las lagrimas corren la tinta, quien lo diría, vaya ironía

Digo, es lo más lógico pero pensé que era indeleble así conservarlas a través del tiempo 

Recuesto mi cabeza en el sillón

Solo escucho mi agitada respiración

Cierro los ojos

Y pienso en los corazones rotos

Pienso en los golpes sin explicación

En las ventanas que se rompieron y que atravesaron mi corazón

Alrededor de ti, todo fue un misterio, más que un comienzo lo nuestro siempre fue motivo de burlas

Y tropiezos

¡Quizá!

 Solo prolongue tu final, y puede que ya estaba escrito que así ibas a terminar

El sonido de las zapatillas blancas que vienen hacía mí a toda velocidad

Y de repente, ya no era tanta la distancia que nos separaba

Revisaban el catéter

Chequeaban tu pulso que funcionaba con normalidad

Azules

Muy azules

No me canso de compararlos con el mar

Me sacan a rastras

Y entre gritos y sollozos ¿celebro?

He caminado de aquí para allá

Mi cuerpo se hartó

Retazos de cabello rosado desfilan en mis dedos

No me pueden retener aquí sin preguntar nada

He escuchado palabras médicas sin parar

¡Y YA NO PUEDO MÁS!

Dos mil trescientas cincuenta y nueve horas  

He ido por la caja

¿La recordarás?

Es algo tarde para decir que la he llenado de recuerdos de Roma

Espero que aun conserve su aroma

He intentado calmarme pero ha sido en vano

Tengo demasiada angustia y me cuesta articular palabra

Eso y qué es posible que este sufriendo un pre-infarto

¿Me dejarán pasar?

¿Ahora o debo entrar a la fuerza?

Dear, Caleb.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora