Trigésima cuarta carta:

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Querido, Caleb:

Es tétrico

Un perverso cuento con un toque maquiavelico

Me lo cuentan y dudo en creerlo

Pero soy yo la que cuenta tu historia con versos

Todo regresa a mi memoria, pero solo es por corto tiempo

Los golpes

Las heridas

Y la estúpida camisa

Ignore tantos detalles

Que obviamente eran importantes

Por estar detrás de un laberinto sin escape

Un callejón sin retorno

Y es como si el tiempo fuese eterno

Se hubiese detenido en seco

Escucho el ruido de miles de cristales en el piso

Se rompen las ventanas

Presiento una corazonada

Entro en pánico

Todo ocurre tan ¡rápido!

Voces que tienden a ser alucinaciones

Ves y escuchas

Gritas y pides ayuda

Pero no con palabras

Nadie lo entiende, nadie lo siente

Distorsión en tu aislado mundo exterior

Esquizofrenia

Nada más que decir

No hay más que escribir

Eso dice allí

Y no estaría bien difamar a un adolescente con traumas algo trágicos

Estoy tan ardida

No se si sentarme a pensar

Buscarte

Esperar

O simplemente rezar

Explícame este malentendido

Se agotan mis palabras de aliento

En estas oscuras penumbras, Caleb, ya no puedo ayudarte en nada







Dear, Caleb.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora