Capítulo 11

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—Ya no puedes seguir postergándolo, Shino—Naruto señaló las montañas—. Hemos llegado y creo que es mejor destruir el laboratorio de una vez.

—¿Qué hay de Akane?—preguntó, Kiba—. No sabemos qué tan peligroso sea, la expondríamos.

—Si dejaron que nos hiciéramos cargo es porque podemos contra ellos—replicó, el rubio—. ¿Y desde cuándo es Akane?

—¡Ese es su nombre, descerebrado!

—¿Y eso qué, tonto? Solo acepta que te gusta.

Kiba se acercó a Naruto, procurando intimidarlo con su altura—Solo porque la llame por su nombre no significa que me guste... Además, no planeo recibir un sermón de ti.

—Aunque lo niegues es obvio, nadie te está juzgando, solo me sorprendió que te gustaran mayores.

Y fue así como Kiba y Naruto se enfrascaron en otra riña. Shino suspiró, pesado, harto de esos dos que aprovechaban cada momento para discutir, no eran las típicas peleas de los que se llevan mal, más bien eran como un par de niñitos pequeños que no pueden aceptar que se llevan bien con el aparente rival. Algo como la relación del rubio con Sasuke, pero a menor escala... Y quería que acabara.

Para Shino, la insistencia de Naruto se debía justo al Uchiha, quería saber de Sasuke y el laboratorio posiblemente sería su última oportunidad antes de partir. Si es Kiba, el Inuzuka solo estaba indignado por su derrota en las preliminares de los exámenes chunin.

—A-ahm... Shino-kun, ¿crees que deberíamos llevar a la señorita Akane?

—¿Qué piensas tú, Hinata?—quiso saber, acomodando sus lentes.

La Hyuga se llevó la mano al mentón, ordenando sus ideas—Shisui-san mencionó la probabilidad de intrusos, eso es claramente un riesgo para un acompañante como la sacerdotisa—desvió la vista hacia el par de revoltosos—, pero también significa que habrá algo ahí que ellos esperan obtener y entre más pronto esté bajo nuestra custodia, será mejor para la aldea, eso creo.

Shino asintió—Estoy de acuerdo... Ya he mandado a mis insectos a inspeccionar y parece no haber nadie... Será más cansado para nosotros hacer de vuelta lo que podemos hacer ahora. ¿Por qué no hablas con la sacerdotisa y le explicas nuestra situación? Ella debe saber los posibles riesgos.

Hinata asintió—Déjamelo a mí, Shino-kun. Akane-san seguro lo entenderá.

—¡Ustedes dos, ya basta!—ordenó, usando a sus insectos para separar a Kiba y a Naruto—. Iremos al laboratorio, así que déjense de niñerías.

—¡Dile a Naruto!

—¡Dile a Kiba!

El Aburame negó con la cabeza—Naruto... No entiendo por qué insistes con Sasuke—considerando cómo te dejó en la cascada—, pero lo acepto y lo respeto. Como dije, iremos al laboratorio de Orochimaru, no sé qué vamos a encontrar, pero nuestra prioridad es cuidar de la sacerdotisa, no más, no menos.

—Shisui dijo que podíamos interrogar...

—Y también dijo que la orden de la hokage es cero sobrevivientes.

—Es cierto, Naruto—concordó, Kiba, tomando aires de seriedad—. Ella no lo admitiría pero Hinata no está en condiciones para meternos en problemas innecesarios.

—Yo puedo prote...

—Viste su ojo, Naruto—replicó, Shino, agravando su tono—. La idea es cumplir la misión sin exponernos a una batalla—metió las manos en los bolsillos de la chaqueta—. Si quieres proteger a Hinata, no intervendré en eso, pero déjame decirte que ella no querrá que la protejas cuando hay alguien más que lo necesita... Solo la harás sentir una carga.

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