Capítulo 13

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«—¿Te remueve los recuerdos, no?»

«—Kirigakure».

«—Por quien te convertiste en lo que debiste ser desde el principio».

Hablas demasiado, pensó, Obito, con el estómago revuelto.

El viaje no era extenso, no más de cinco horas, pero ser llevado como saco de carga había hecho lo imposible. Quería vomitar. Los privilegios de aquellos como él eran pocos, no había comido en semanas y no podría importarle menos, él prescindía de la necesidad de comer. No era como los otros, es más, a veces dudaba de su humanidad. Que ahora sintiera un vacío en la boca del estómago, además del ácido estomacal queriendo salir era una ironía. Era como si la vida le estuviera diciendo que todavía seguía siendo humano.

Es una pena, se lamentó.

Si en Konoha lo odiaban, en la aldea de la niebla querían hacerlo trizas. Recordaba el tiempo en que pensó en regresar, pedir disculpas, remediar las cosas... Ahora eran otros tiempos. No se atrevería a decirlo en voz alta, la verdad es que estaba sintiéndose nuevamente enojado con el mundo.

Para fortuna del mundo, a diferencia de antes, no quería verlo hecho cenizas, pero sí estaba hastiado. Deseoso de marcharse a un lugar lejano, aislado de la gente y sus estúpidos prejuicios. Simplemente sentarse y ver cómo el mundo ninja consume todo lo bueno que hay; quedarse a observar cómo se destruyen y solo permanecer ahí. Podría haber sangre, cadáveres, llanto y desesperación y él sólo se quedaría gustoso en su mismo lugar, sin siquiera regodearse en que él quiso evitarlo, en que quiso advertirles, no, solo estar ahí y no hacer nada.

La imagen del hokage llegaba cada vez, recordando las charlas aburridas acerca de ser buena persona, de cómo tenemos cierto poder de decisión ante las circunstancias que no elegimos. Obito pensaba en la expresión de Mikoto cuando Sasuke se marchó, estando casi seguro que ella la repetiría si fallaba; pensó en su amigo, en su falsa ilusión de él reformándose. Pobre Kakashi, hacía tiempo que se sentía dividido, las razones parecían no tener sentido, habían días en que deseaba dar lo mejor de sí, pero en su mayoría, solo quería desaparecer.

No quería fallarle a Kakashi, ni a Guy, ni a todos los que confiaron sinceramente en él. Había tenido esos pensamientos recurrentes por mucho tiempo, debatiéndose, convenciéndose, pero estaba llegando a sus límites.

¿Qué hago aquí?, se preguntó. Quiso mover la cabeza, pero algo se lo impidió. Removió los brazos y medio sonrió al darse cuenta que estaba encadenado. Las cadenas formaban parte de su armamento favorito, era irónico que estuviera en esa situación, casi poético.

«—Estás donde debes estar».

¿Ahora de qué hablas?

«—Finalmente conversas conmigo».

Itachi tenía razón en desconfiar de él. En su momento estuvo ofendido, pero ahora sabía que hizo lo correcto.

¿Eres mi yo del futuro?

Había juntado las piezas y lo más lógico era que lo ilógico llevara la razón. Investigando de Danzo, de Akatsuki, del golpe de Estado Uchiha, Itachi estuvo de alguna manera involucrado; y su reacción cuando Sasuke se largó de la aldea, lo sabía.

«—Puede que lo sea, puede que no. Pero lo más seguro es que soy quien te ve como realmente eres».

Se contuvo para no reír. No estaba de humor para divagaciones, Obito no ignoraba las "alucinaciones" de una mujer, una a quien no conocía. Ella no formaba parte de su pasado, tampoco de su presente, solo quedaba la carta del futuro. Esas experiencias solo confirmaban que Itachi tenía ciertos destellos de lo que vendría y eso le decía del papel que jugaba en el estúpido destino. Si Itachi desconfiaba, entonces él no era de los buenos. Y si él no era de los buenos, entonces, ¿para qué seguir yendo contra la corriente? Y así, el ciclo eterno de ser y no ser, continuaba... Creía alejarse, pero la imagen lo esperaría en la esquina... No podía escapar.

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