Hiruzen había descubierto que no tenía talento manejando cuestiones políticas bajo presión, cosa contraria a su desempeño como ninja. La humildad era un principio de grandeza y él había terminado de aceptar que no tenía lo necesario, eso fue lo que lo llevó a buscar consejo al clan Nara, reconocidos por su inteligencia superior. Desde que Itachi se fue, solo había quedado el peso de un grupo de ancianos queriendo poner en marcha un tumulto de ideas retrógradas y radicales, Sarutobi se había criado con esas ideas, así que no le parecían tan malas, pero las generaciones seguían pasando y la solución a los problemas tenían que dejar de incluir el derramamiento de sangre.
«—Si no pueden optar por soluciones diferentes, entonces nada cambiará, solo estarán dándole largas a lo inevitable».
Eso es lo que Hiruzen había escuchado en una de las tantas conversaciones con Obito y fue precisamente lo que lo llevó a estar frente al hombre de cabello negro puntudo sujeto en una cola de caballo y con cicatrices en el rostro, Shikaku Nara.
El bien mayor...
Es obvio que no hay gobiernos perfectos, Hiruzen estaba consciente que más de una vida se perdería y él no podría hacer nada para evitarlo, pero si podía hacer lo mejor que pudiera para mostrar lo que realmente significa la voluntad de fuego, entonces talvez habría valido la pena.
Se encaminó al departamento de Naruto, el chico de cabellos rubios era solo un niño, Hiruzen sintió la punzada de culpabilidad al permitir que estuviera solo. Además del desprecio que sabía que recibía, debía estar sobrellevando la decepción de regresar a un lugar donde no había nadie quien lo esperara. No es como si el tercero pasara mucho tiempo en casa y luego de escuchar la perspectiva de Shikaku respecto a la situación de la aldea, lo más seguro es que a partir de ese día, su hogar sería su oficina... Pero no era excusa. Y sin embargo, ahí estaban, sus ideas de viejo en las que se decía que Naruto debía ser fuerte y levantarse a pesar de los obstáculos; ningun árbol que crece bajo la sombra de otro se desarrolla como debe ser. Si los aldeanos se enteraban que vivía con Naruto, entonces posiblemente los malos tratos pararían, pero no por cariño sino por temor, y eso no era lo que quería.
El bien mayor...
Cruzó el umbral de la puerta del departamento y nuevamente se preguntó si estaría haciendo lo correcto. El niño de cabellos rubios y ojos azules lo miró.
—Tercer Hokage... ¿Qué hace aquí?
Pretendió no darse cuenta que sus ojos mostraban que había estado llorando, suspiró—Oh, vine a ver en qué habías gastado el dinero que se te dio—Naruto agachó la mirada y mientras esperaba su respuesta, tomó del estante una caja de leche que para su sorpresa, la fecha indicaba que no era bebible. Volvió a ponerla en su lugar, notando que no había nada, ni siquiera golosinas—. ¿Y bien?
—Uhm... Bueno... —comenzó, frotándose el brazo derecho.
—¿Lo perdiste?—se aventuró a preguntar al ver que no quería hablar.
—Me... Me lo quitaron—susurró bajo. Hiruzen frunció el ceño y los ojos de Naruto se cristalizaron—. ¿Por qué no tengo mamá y papá?
El bien mayor...
El semblante de Hiruzen se suavizó, se acercó a Naruto y le sonrió—Hay cosas que no puedes entender ahora, pero prometo explicarlo una vez tengas la madurez para saberlo—le dio palmaditas en la espalda—. Tus padres te amaban, Naruto. Ellos, aunque no puedas verlos, siempre están observándote.
Lágrimas rodaron por las mejillas del pequeño—¿P-por qué todos me odian? ¿Qué les hice?
Nada—Eso...—midió sus palabras—. Eso está entre las cosas que te explicaré después, te dije que tus padres te están observando, entonces debes mostrarle a ellos tu mejor versión.
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Destino
FanfictionDespués del ataque del Kyubi, algo pasa, no se sabe qué, pero Obito Uchiha cruza la entrada de la aldea escondida entre las hojas, confesando sus crímenes y hablando una historia fabulosa relacionada con Madara Uchiha. Su destino es claro: Cárcel o...