Hinata caminó desganada hacia la biblioteca, se preguntaba qué le habría ocurrido al Uchiha, pasaron cuatro días y era como si se lo hubiera tragado la tierra. Cruzó la puerta de entrada y vio hacia los chicos leyendo pergaminos con emoción.
Es esa época del año, ¿eh?
Las clases en la academia, hacía que aspirantes a ninjas se amontonaran a buscar información, generalmente los temas cotizados estarían relacionados al taijustu y al dominio de armas. Hinata rio suavemente al recordar que en su debido momento, ella visitó la misma biblioteca pero en lugar de buscar lo que debería, prefirió tomar libros de flores. Se ganó una reprimenda ese día.
Caminó entre los pasillos, buscando un asiento libre, pero simplemente la biblioteca estaba repleta, así que optó por emprender el camino hacia la sección de astrología. Estiró el brazo, buscando alcanzar el libro ilustrado de la última vez y abrió ligeramente los ojos al rozar uno que no debería estar ahí.
Era un silabario japonés. Trató de recordar cuál era el pasillo de literatura y emprendió sus pasos, distrayéndose de vez en cuando por las risas y murmurllos de los niños. Ella era joven, pero Hinata consideraba que había nacido con un instinto materno y no pudo evitar enternecerse al presenciar tanta emoción; tampoco evitó preocuparse por ver cómo criaturas tan jóvenes deseaban enlistarse en una guerra. Quizás a ellos les parecía un honor, pero los horrores de cualquier contienda no era algo apetecible. La Hyuga creció rodeada de ello y hubo un tiempo en que los hechos le robaron el sueño y la dejaron con crisis de pánico y ansiedad. El tiempo la ayudó a mejorar y ahora lo soportaba en gran manera, pero de ser posible, desearía que la guerra acabara pronto.
Devolvió el libro a su lugar y dio otro vistazo al estante. Era extraño. Habían libros viejos, pero éste en particular, parecía que había estado en otros lugares, en otras manos. La tapa estaba gastada e incluso a distancia, el aroma a almendra llenaba sus fosas, tranquilizándola. Volvió a extraerlo y el sonido suave de algo cayéndose, distrajo su atención. Se inclinó y desenvolvió el papel.
"Aquí se termina".
Inspeccionó las hojas hasta toparse con un grabado, parecía reciente, el contraste del papel y la tinta no...
"Hábil, audaz y valiente; solo concéntrate".
«—Yo diría hábil, audaz y valiente».
¿Uchiha-san?
Sintió el pecho comprimirse al entender lo que él estaba queriendo decir. No lo volvería a ver. Sus manos temblaron por segundos y sacudió levemente la cabeza, pensando en una posible confusión. Volvió a leer el grabado y mordió su labio inferior, no podía ser una coincidencia, debía ser el Uchiha y ella no tenía derecho a quejarse. Hyugas y Uchihas no deberían llevarse bien para empezar, tarde o temprano tenían que parar el juego de ser amigos, aún así, ella quería que él la viera asumir el liderazgo del clan.
Salió de la biblioteca, tropezando con algunas personas, no entendía, ¿qué hizo que él cortara los lazos tan pronto? Es más, ella podía cuestionarse ¿qué lazos compartían?
—¡Hinata!—Ino llegó corriendo hasta la ojiperla, agitada, sofocada—. ¿Vas al hospital?
—¿Eh? No... Yo...—sacudió la cabeza—. ¿Por qué lo preguntas, Ino-san?
—Los chicos—exclamó, inclinando su cuerpo, tocando sus rodillas—, llegaron. Mi papá me dijo que Choji y Neji...
¿Neji-niisan?
Las palabras que siguieron no las procesó, solo entendió algo de delicado, grave y operación. Sin pensarlo dos veces, jaló a Ino, acelerando las zancadas. El corazón le golpeteó y elevó oraciones al cielo, rogando que Neji estuviera bien... Choji también.

ESTÁS LEYENDO
Destino
FanfictionDespués del ataque del Kyubi, algo pasa, no se sabe qué, pero Obito Uchiha cruza la entrada de la aldea escondida entre las hojas, confesando sus crímenes y hablando una historia fabulosa relacionada con Madara Uchiha. Su destino es claro: Cárcel o...