Capítulo 9

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Hinata se apresuró a llegar a las afueras de la aldea, se le había hecho tarde, no era común en ella, pero antes de partir, quiso pasar a ver si Haru había sido liberado, además de dejarle medicinas para él y Tomoe. Luego, fue rápidamente donde su primo, no quería irse sin despedirse, escuchó que la misión sería larga.

—Que milagro que vengas tarde, Hinata.

—Lo siento, Kiba-kun, tenía unas cosas que hacer.—se disculpó, haciendo una reverencia.

—Hablas como si tú no acabaras de llegar.—comentó, Shino, con las manos dentro de su chaqueta.

—Al menos vine primero que Naruto.—comentó, rascando su cabeza.

—Yo me aseguré que no muramos de hambre en la misión, de veras.—Naruto, se justificó.

—Siempre y cuando tu provisión no sea ramen...—vio la expresión del rubio—. Ah, realmente eso fue lo único que trajiste.

—¡Al menos yo traje algo! ¿Tú, qué trajiste?—le cuestionó.

—Pues... —Kiba se quedó sin palabras, la mochila pesaba y solo metió cosas para Akamaru—. Hinata se preocupa de esas cosas, ¿cierto, Hinata?

—Ah, pues...—la Hyuga se sorprendió de ser incluida tan abruptamente en la discusión—. Sí...—respondió al procesar la pregunta—. Traje algunos bocadillos y creo que pescaremos en el camino.

—Esa es nuestra Hinata, estúpido.—le presumió, Kiba, abrazando a Hinata por los hombros.

Shino negó—Por cierto, a pesar de la clasificación de la misión, es muy larga, ¿no creen?

Todos guardaron silencio. La sacerdotisa vivía en el país del agua, debían escoltarla de su lugar de residencia hasta el país del sonido y luego recién regresar a la aldea. El viaje era extenso, les llevaría tres semanas, si podían lidiar con cualquier contratiempo. En caso contrario, podía extenderse fácilmente a un mes.

Los minutos transcurrieron y Hinata optó por sentarse al lado de Shino, a la vez que Kiba jugaba con Akamaru a lanzar el palo y traerlo de regreso. Naruto pisoteó, cada vez más impaciente, gruñía y murmuraba de vez en cuando, ¿cuánto había sido ya? Llevaban dos horas esperando al hombre de la máscara. El rubio había estado ansioso por verlo, desde pequeño pensó en las posibilidades y ahora tenía una que otra técnica (el jutsu clones de sombras, jutsu de invocación y el rasengan), que quería mostrarle a quien le dijo que podía aspirar a convertirse en Hokage. Pero, ¿qué en el infierno lo retrasaba tanto?

—Naruto, solo porque pisotees tanto, no se apresurará en venir.—Kiba acarició la cabecita de Akamaru.

Naruto golpeteó el suelo con mayor fuerza—¡Es casi como esperar a Kakashi-sensei!

—Si ya estás acostumbrado, relájate.—le aconsejó, Shino.

—Ahora que lo pienso, Kakashi-sensei también usa máscara.—comentó, Hinata, intentando cambiar de tema.

La expresión de Naruto comprobó que había funcionado, se acercó a pasos rápidos hasta ella y tuvo que retroceder cuando él casi pegaba su frente con la suya.

—Se parecen—susurró—. Ambos son tarderos, cubren su rostro, tienen el pelo puntudo—la expresión de Naruto se ensombreció—. Solo falta que anden cargando su libro cochino a todos lados.

—¿Libro cochino?—preguntó, Kiba, sentándose al lado de Hinata.

Naruto corrió hasta Kiba—¡Sí! Es horrible, seguro y hasta anda por la vida haciendo el jutsu mil años de muerte.

—Nunca he escuchado de ese jutsu, ¿de qué va?—preguntó, Shino, viendo hacia Naruto con curiosidad.

—Seguro es un invento, no creo que...

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