Suspiró.
Hinata giró la manivela unas cuantas veces y cerró los ojos, curvando una sonrisa cuando la melodía inundó sus oídos. Se removió lento, queriendo comprobar si el dolor en su espalda realmente se había ido.
Su padre... La palabra furioso se quedaba corta en comparación a lo que realmente sucedió. Aunque el consejo estuvo dispuesto a confesar, su padre ignoró la actitud cooperativa e hizo que confesaran mientras experimentaban en carne propia lo que la rama secundaria había padecido por años. Escuchó que bastó un minuto para que la arrogancia abandonaran sus rostros y quedara sustituido por súplicas lastimeras.
Toc, toc.
Se distrajo al escuchar los suaves toques en la puerta. Frunció las cejas, la única persona que la visitaba era quien limpiaba sus heridas cada mañana y ella ya se había presentado. Su padre pasaba por las tardes. Carraspeó la garganta y alzó la voz para autorizar el pase.
No pudo ocultar su asombro al ver a su hermana, Hanabi, cruzar el umbral. Sintió su rostro palidecer, no odiaba a su hermana, pero se sentía incómoda por el rumbo que había ido tomando su relación.
—¿Puedo sentarme?—ella le preguntó.
Hinata mordió su labio inferior, incapaz de mirar a su hermana a los ojos—Adelante.
Hanabi se desplazó con confianza al interior de la habitación, de no ser por el pequeño temblor en sus manos, Hinata habría pensado que era la única nerviosa.
—Los nervios de acero son solo un mito.—Hinata expresó en alto, tomando confianza para mirar directamente a los ojos.
Hanabi apenas sonrió—Con suerte, eso te dará una idea para lo que vine.
—Hoy no es tu día de suerte.—Hinata estiró el brazo, dejando su cajita de música en la mesita de noche.
Hanabi le dedicó una mirada significativa, se mantuvo en silencio unos minutos, como debatiendo si hablar o no. Al final, suavizó la expresión, abriendo la boca—Tienes un efecto espejo con ese tipo.
—¿Disculpa?—cuestionó de inmediato, temiendo de sus sospechas.
Hanabi negó con la cabeza—Nada.
El corazón de Hinata latió inquieto—Tú...—se mordió el labio al no saber cómo proceder—. B-bueno, ¿viste algo?—quiso golpearse después de decirlo, si era una sospecha, ahora ella lo había confirmado. Debió quedarse callada.
La Hyuga menor, volvió a negar—Después... Quiero decirlo ahora antes de empezar a perder confianza—aspiró aire—. Todo este tiempo estuve comportándome mal... Muy muy mal. Si es posible...—apretó los puños sobre sus piernas—, qui-quisiera saber cómo obtener tu perdón. Estuve asustada, pero no quiero estarlo más. Extraño lo que éramos... Es tonto porque yo misma lo arruiné, pero quiero estar de tu lado.
Entonces, Hinata suspiró—Fue mi actitud que te orilló a tomar decisiones.
—Pero...
—Sin embargo—Hinata habló, presurosa—, estuve molesta contigo también. Siempre serás mi hermana y si es posible ser lo que alguna vez fuimos, quisiera trabajar en ello, pero no puedo prometerlo ahora.
—Ese chico... Haru, no hice nada, quiero que me creas. De haber sabido que planeaban algo contra él, no lo habría permitido, ¿me crees, verdad?
Los ojos aperlados de Hinata se humedecieron, pero soportó—Eso supongo... Sé que no fue tu culpa ni la mía. Podemos conversar, claro que podemos, pero te agradecería si lo tomáramos con calma.
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Destino
FanfictionDespués del ataque del Kyubi, algo pasa, no se sabe qué, pero Obito Uchiha cruza la entrada de la aldea escondida entre las hojas, confesando sus crímenes y hablando una historia fabulosa relacionada con Madara Uchiha. Su destino es claro: Cárcel o...