Capítulo 17

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El segundo estornudo escapó de sus labios. Sus mejillas y la punta de la nariz se encontraban rojas debido al frío que todavía no cedía ni un poco desde diciembre. Acomodó los guantes de lana y bajó el rostro hacia el pequeño Yuki quien descansaba en sus piernas. Le acarició el cabello sobresaliente y continuó esperando frente a la academia ninja.

Su cumpleaños fue tal y como lo imaginó: aburrido, pero beneficioso. Las miradas se dirigían a ella, sonrió fingidamente a los que intentaron en vano menospreciarla. Sus habilidades para moverse entre víboras mejoraba cada día.

—¡Hinata-sama! ¡Yuki!—el grito de Haru interrumpió sus pensamientos. El niño agitó el brazo en modo de saludo y corrió hasta ella—. ¡Lo conseguí!

—¡Yeah!—celebró, Yuki, saltando de un lado a otro torpemente.

—Oh, me alegra tanto—sin contenerse, Hinata lo abrazó, alzándolo del suelo—. ¡Sabía que lo lograrías!

—¡Yo también, yo también!—pedía, Yuki, animado.

La ojiperla no pudo negarse. Sostuvo a Yuki con su brazo izquierdo, teniendo a ambos niños en el aire, abrazados a ella.

—Iruka-sensei dijo que soy un prodigio, ¡como Neji-san!

Bajó a ambos pequeños al suelo—Estoy segura que sí—aseguró, sacando de su pequeño bolso un gorrito bordado que había terminado esa mañana. Acarició el cabello de Haru y sonrió feliz al notar que el pequeño se dejaba hacer. Los días en que había sido huraño con ella quedaron en el pasado. Le acomodó el gorrito—. No queremos que te resfríes, ¿cierto?

—¡Ahora Haru podrá defenderla de los tipos malos, Hinata-sama!—exclamó, Yuki, lanzando puños al aire—. ¡Yo también quiero!

—Oh, Yuki, déjame ver qué puedo hacer—le guiñó el ojo—, mientras apoyaremos mucho a Haru.

—¡Sí!

La euforia de Yuki, contagió a Haru, quien rio con fuerza. Uno de sus méritos era la felicidad de los niños del clan, desde que ella había asumido enseñarles y con la autoridad que vino con sus nuevas responsabilidades, los de la rama secundaria notaron que los infantes irradiaban alegría; eran responsables, pulcros, pero también, jugaban a la cuerda, con agua y a las corridas.

Hinata se sentía orgullosa de sus pequeños triunfos.

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—¡Armas manipuladas!—TenTen desenrolló con rapidez el pergamino de donde salieron unas fuertes cadenas que apresaron el cuerpo de Neji—. ¡Ataque del Meteoro!

Una gran variedad de armas fueron dirigidas al cuerpo del Hyuga, que al estar encadenado, no fue capaz de librarse.

—¡Lo hizo papilla!—exclamó, Lee, impresionado.

TenTen limpió el sudor de su frente, sus labios se fruncieron—Sé perfectamente que es un clon, Neji.

Tras lo dicho, el cuerpo mutilado desapareció en un poof, para quedar solo un tronco.

—Mira eso—Lee se adelantó, sacó un kunai bien incrustado y al hacerlo, el tronco se partió en dos—. Al menos no fue Neji.

El susodicho saltó de unas ramas altas y al sus pies tocar el suelo, fingió hacer uso del katon tras la pelicastaña—64 palmas protectoras—susurró, altanero—. Cuidaré mi espalda, de atraparme, no la habría contado.

—De saber que eras realmente tú, no me atrevería a ocasionarte un daño real.—ella rezongó, dándose la vuelta.

Lee permaneció quieto en su lugar, desde el cumpleaños de Hinata, esos dos habían estado algo extraños. Ni siquiera se atrevía a pedir consejo a su maestro, le daba miedo ser imprudente. Lo confirmó al notar la expresión de Neji, fue por segundos, pero al saber que había algo oculto, lo hacía estar más alerta. Neji estaba intranquilo.

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