Capítulo 19

203 14 47
                                    

Hinata puso la tapa en el recipiente, usando su antebrazo para limpiarse el sudor de la frente. Sonrió, orgullosa, con las manos en la cintura. El sabor quedaba más en su punto por cada vez que practicó; eso se repetía buscándole el lado amable a la situación. Preparaba dangos diariamente, los cargaba en una bolsa de mercado para no levantar sospechas. Aún así, su padre la vio un par de veces, él debía intuirlo; ¿quién va de compras a diario? Definitivamente su padre debió pensar en unas cinco cosas, de las cuales acertó dos y luego las descartó por lo loco que sonaba... Si tenía suerte, concluyó así. De lo contrario, era cuestión de tiempo para tener una "agradable" y diplomática charla.

En fin, las primeras semanas fue tolerante, en las que le siguieron comenzó a desesperarse; no porque estuviera harta de esperar, en realidad quería verlo. Ella ansiaba ver a Uchiha-san. Desde que él se fue, había estado entrenando, perfeccionando la técnica que él había catalogado como peligrosa. Durante su ejecución, sus brazos alcanzaron a volverse como leones y al usar sus propios clones, descubrió cómo el mínimo contacto los despojó del chakra, haciéndolos desaparecer. El impacto y el dreno del chakra la convencieron que había dominado una técnica peligrosa.

Se llamaba: Paso suave puños gemelos de León.

Desde el principio, quiso perfeccionar sus propias habilidades, así que trabajó fuerte. Al descubrir el pergamino fue como si el camino se hubiera acortado, pero sus deducciones eran correctas; tal como su primo con el Katon, ella había descubierto el secreto de los puños gemelos de León. Posiblemente lo habría pasado por alto, de no ser porque Uchiha-san la hizo conocedora de su facilidad para concentrar chakra en cualquier parte de su cuerpo y hacerlo explotar. Es por ello, que se aventuró a hacer la técnica más suya, al combinarla con sus propias destrezas: el jutsu de ocho trigramas y su elemento rayo; al incluir éste último, casi pierde el control, de solo recordar lo cerca que estuvo de morir, se le erizaba la piel. Incluso con las mejoras, prefirió seguir usando el nombre preestablecido para la técnica por la rama principal.

Ella había tenido ciertos privilegios por ser de la rama principal, luego de su temprano descenso, el acceso a documentos antiguos le fue restringido. Especialmente los que constaban de información de combate. Sus mejoras agigantadas fueron ignoradas en lo que respecta a la devolución de accesos. Fue su padre, quien a escondidas, le dejó transcribir esa única técnica. Lo agradecía, pero por el bien de ambos, le pidió que lo dejara de hacer. De todos modos, ella sabía que tenía lo suficiente para moldear su propio dojutsu.

Es por ello que dedicó tiempo en averiguar del misterioso hilo que era capaz de ver al forzar su byakugan. Algo meramente investigativo, no tenía con quien comprobar la información... Apretó el agarradero de la bolsa, pensando en primera instancia si esa era la única razón por la que quería ver al Uchiha... No se trataba únicamente de eso. Ella quería verlo porque le agradaba conversar con él. Eran amigos.

Caminó, tarareando una canción. A lo lejos, observó una capucha forrada de piel junto a un cabello puntudo castaño. Los reconoció de inmediato.

—¡Kiba-kun! ¡Shino-kun!—los llamó, agitando su mano.

Se dieron la vuelta.

—¡Hinata!—Kiba saludó, enérgico, sacudiéndole el cabello de la coronilla.

Shino se limitó a hacer un gesto con la mano, metiendo las manos en su chaqueta.

—Íbamos a comer, ¿quieres acompañarnos?—le preguntó, el chico de las gafas.

Ella asintió, retomando el paso en medio de ellos.

—Algo bueno salió de este martirio—Kiba comentó, frunciendo el entrecejo. Su tono cargado de molestia—. Hinata, gracias a ti no lo había notado, pero Shino es tan quisquilloso con la comida, ¡nunca está satisfecho! Por su culpa pasamos hambre—se quejó.

DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora