Capítulo 3

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Era una mañana soleada de domingo, otro año había pasado y Obito ya se había hecho a la idea de ser genin por un largo largo tiempo. La situación entre aldeas empezaba a estabilizarse, pero la idea de paz seguía siendo solo un sueño. Por lo pronto, se preparaba a la mayor cantidad de niños en el arte de ser ninjas.

—Eh, Obito. Hace tiempo no pasabas por aquí.—lo saludó, Teuchi.

—Estoy de compras.—levantó las bolsas como prueba.

Mikoto le había pedido de favor hacer las compras de la semana, junto a Fugaku, tenían una reunión con los líderes del clan. No es como si el apellido Uchiha hubiese recuperado su gloria, más bien vivía bajo la sombra de lo que fue. Aún así, el tiempo les ayudó a adaptarse, ya que no eran capaces de usar genjutsu, su balanza se inclinó hacia el taijutsu. El orgullo que los acompañaba en la sangre fue un incentivo para convertirse en los mejores e incluso estando en el último eslabón, a su manera empezaron a destacar.

—Ven, siéntate a comer.

Obito asintió a la invitación. Se sentó en el taburete y por costumbre, saludó a Ayame, que pasó a convertirse en adulta, no entendía el cambio tan repentino, pero lo atribuyó a su pobre percepción para distinguir a una niña de una adolescente. El enmascarado fue candidato a maestro de los niños Uchihas, una buena elección dejando de lado la arrogancia, pero tuvo que declinar. Practicaba seguido con Guy y si aceptaba el cargo, su perfeccionismo lo obligaría a dar los resultados esperados y ese era un inconveniente, los lazos entre la aldea y el clan Uchiha estaban rotos. Una parte oscura le decía que se evitarían molestias si solo el clan desapareciera.

—¡Buenas noticias!—escuchó vitorear a Guy. 

—¿Cuáles son las buenas noticias?—preguntó, Ayame.

La bestia verde soltó una risita cómplice, levantó un paquete rectangular—Kakashi dejará de ser anbu, se le ha solicitado en un nuevo cargo.

—¿Y ese es tu regalo?

Obito desconfiaba de los regalos de Guy, la última vez que recibió algo de su parte, fue un ridículo traje verde... De solo imaginar andarlo puesto se le revolvía el estómago.

—Le encantará. Mi deber es conocer los puntos fuertes y débiles de mi rival... Créeme, caerá rendido ante mi regalo.

—Si tú lo dices.

Estuvieron esperando alrededor de una hora hasta que el famoso ninja que copia apareció. Los saludó con la mano y se sentó al lado de Obito.

—¿Es para mí? Te lo agradezco—quitó el envoltorio, era un libro de pasta naranja, con una mujer pateando a un hombre—. No. Puede. Ser.

Los ojos de Kakashi brillaron y sus manos temblaron al pasar la yema de los dedos sobre el escrito: "Técnicas de Seducción".

—¿Qué es eso? ¿De qué trata?—inquirió, Obito.

Kakashi lo fulminó con la mirada—¿Pero qué pregunta es esa? Llevas años en la aldea y todavía no has llegado a la buena literatura.

Guy negó con lágrimas saliendo como cascadas—Es mi culpa, es por eso que siempre tiene cara de amargado.

—Desde que regresé, solo una vez has visto mi rostro, ¿de dónde demonios sacas la confianza de asegurar algo así?

—Obito, querido, con solo escuchar tu tono me doy cuenta, ¿cierto, Señor Teuchi?

El nombrado solo sonrió, fue Ayame la que respondió:—No es muy jovial.

—Ya, ya—calmó, Kakashi—. Ahora podré leer todos los libros que quiera. Gracias, Guy... Creo que has mejorado en eso de los obsequios.

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