Capítulo 26

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Itachi se levantó de la cama con cuidado, caminó por los pasillos hasta llegar al jardín. Se sentó en el piso de madera, disfrutando el aire del atardecer.

Cuando recuperó la consciencia, supo dos cosas: la primera fue que su enfermedad había quedado al descubierto y segundo; gracias a lady Hinata existía la posibilidad de llegar más allá de los 23.

Se distrajo por los pasos apresurados, el rostro preocupado de Izumi encontró calma al verle.

—Estás bien...—se consoló a sí misma, suspirando y apoyando los brazos en las rodillas.

Alzó el rostro y le sonrió. Itachi le devolvió la sonrisa, apenado. Su madre le comentó que la ayuda recibida de la heredera Hyuga, fue porque Izumi acudió a ella por ayuda. Detrás de Hinata, estaba Izumi, velando por él.

La pelicastaña no lo mencionó, así como evitaba hablar que en todos estos días soportó sus colapsos, ni siquiera volvió a recordarle que lo quería. Y lo agradecía. El seguía amando a Ino.

—Lo estoy.

Ella asintió, colocándose una mascarilla y terminando de acercarse. Fue hace dos semanas cuando llegó un médico representante del imperio del sol, todo fue gracias a lady Hinata. Les comunicaron de la alta posibilidad que su enfermedad fuese contagiosa y la necesidad de equipo de protección; cambiaron su medicamento y verificaron el progreso.

La mala noticia fueron los efectos del medicamento, casi de inmediato empezó con náuseas, vómitos, a veces su vista se nublaba y terminaba cayéndose; parecía tener cierta propensión a los moretones. Sin embargo, dijeron que era normal.

Desde entonces... No, desde el principio, Izumi se mantuvo devota, sin quejas, solo con una sonrisa afable y cálida.

—El clima es agradable—comentó, cerrando los ojos; luego los abrió. Tarareando una canción, se perdió entre los pasillos, regresando con una manta, la cual colocó sobre sus hombros—. Ten. No queremos que te resfríes.

—Izumi...—empezó, lúgubre.

Ella lo vio burlona, negando—Por favor no empieces. ¿Te he pedido algo?—él guardó silencio—. ¿Lo ves? Mikoto-san no puede estar todo el tiempo, necesita atender otros asuntos del clan. Necesitas mi ayuda. Deja de ser orgulloso y recíbela, mis sentimientos son mi propio problema.

—Entiendo...

—Estás tan obsesionado con sacar el tema—dijo en tono de reproche—, antes no lo había pensado, pero puedes ser tremendamente irritante esa manía tuya de sobrepensar todo.

—¿Sobrepensar?—preguntó, perplejo.

—¡Sí!—exclamó, de inmediato—. Desacelera un poco, no hace daño ¿sabes?

—Yo no sobrepienso...—murmuró, frunciendo los labios.

—¡Lo haces! Mírate de vez en cuando, pareces paranoico. El mundo no va a terminar solo porque te tomes un descanso.

—¡Eso...!—lo consideró por un momento—. Es... cierto...

Ella asintió, sonriendo—Lo es, señorito "quiero salvar a todos".

Abrió la boca de la impresión y se escapó una corta risa de su garganta—Ya lo capto...

—Bien, intenta tener una conversación normal.

—Puedo hacerlo.—Itachi se defendió.

—Dame tu mejor pregunta.—lo instó, alzando sus manos como si estuviera a punto de recibir un golpe.

El sonrió—¡Bien...! Uhm... ¿Estos asuntos del clan...?

—¿¡Vas otra vez!?

—Izumi—él negó, volviendo a reír—. ¿Qué tal fue tu día hoy?

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