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El flexo de la mesa de la biblioteca estaba encendido y bañaba la habitación con una suave luz amarilla

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El flexo de la mesa de la biblioteca estaba encendido y bañaba la habitación con una suave luz amarilla. Olía levemente a melocotones. Paseé junto a las estanterías deslizando los dedos por los lomos de los libros. Me detuve en la librería central y bajé la mano. Sin saber muy bien cómo, esa mañana había ido a parar a la biblioteca de nuestra casa, tras una cena catastrófica a la que había seguido una noche de
insomnio.

Me había levantado temprano y había estado vagando por la casa mientras Darl y Rose dormían, inquieta e incapaz de volverme a la cama. En parte era por mi encuentro de ese día con Jungkook y Yerin. Y en parte porque Leanne y Jungkook ya no estuvieran juntos.

Yerin había intentado tranquilizarme cuando le conté lo de la cena. Me dijo que la reacción de Darl era normal, que la primera vez que ella llevó a casa a Jackson pensó que su padre iba a echarle a patadas.

Yo no estaba segura de que fuera tan normal.

Luego, Yerin se centró en el tema de la ruptura, convencida de que tenía algo que ver conmigo. Yo no quería ni pensarlo, porque no sabía cómo reaccionar.

Pensé en el libro que solía leerme Jungkook cuando éramos pequeños, un cuento que siempre me hacía llorar pero que también me llenaba de esperanza: me hacía creer que algún día nosotros también seríamos reales. Que algún día alguien nos querría.

Porque así me había sentido de pequeña: como si Jungkook y yo no existiéramos de verdad. Nadie pensaba en nosotros, ni se preocupaba. Estábamos olvidados, abandonados a nuestra suerte.

Ahora tenía a dos personas que pensaban en mí, que se preocupaban y me protegían. Debería sentirme agradecida, como me había recordado Jungkook esa noche, pero en ese momento solo estaba enfadada.

Darl y Rose sabían lo de Jungkook, sabían lo que había hecho por mí cuando éramos pequeños. Yo pensaba que Darl le vería con buenos ojos por eso, pero se había mostrado escéptico y desconfiado. Como un juez.

Aún me costaba creer que le hubiera dicho aquello a Darl. Incluso ahora, cuando lo pensaba, se me aceleraba el pulso y me sentía un poco mareada. Sabía que Darl estaba disgustado conmigo, incluso enfadado por haberle hablado así. Quería… quería ser perfecta para él, para ellos, y lo de esa noche no había sido precisamente perfecto.

Los había evitado a ambos antes de irme a la cama, y lo mismo pensaba hacer ese día.

Suspirando, seguí paseándome junto a las estanterías. Los dos estantes centrales estaban llenos de fotos enmarcadas, empezando por la de un bebé con cara de felicidad y llegando hasta una adolescente preciosa y rebosante de vida, de largo cabello moreno y brillantes ojos marrones.

Al mirar las fotografías de Mariett, no pude evitar pensar en lo injusto que era que ya no estuviese allí. Tampoco era justo que el chico al que había operado Rose no pudiera volver a caminar. Todas esas cosas terribles que había presenciado y vivido Jungkook no eran justas. Y no era justo que yo…

Dear Silence ▹ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora