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El miércoles por la noche, Yerin me mandó un mensaje al ordenador

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El miércoles por la noche, Yerin me mandó un mensaje al ordenador.

¿Estás ahí, forastera?

Le mandé un rápido sí. Casi no habíamos hablado desde el día de la fiesta. Yo estaba demasiado metida en mí misma para darme cuenta de que durante los días anteriores me había mandado un montón de mensajes cada vez más rocambolescos.

Desde esa noche me sentía nerviosa, incómoda conmigo misma. Quería desprenderme de todas esas capas que me asfixiaban, pero no sabía por dónde empezar.

Esa sensación se había prolongado durante los primeros días de la semana. No recordaba qué habíamos dado en clase. Keilah me había preguntado por la fiesta el lunes, y yo le había mentido y le había dicho que me había puesto mala. Sabía que Jungkook estaba preocupado. El miércoles habíamos pasado un par de horas juntos después de clase, y yo tenía la sensación de haber dado varios pasos atrás. Era hiperconsciente de todo lo que hacía y decía, de ahí que apenas hiciera o dijera nada mientras paseábamos por el puerto. Jungkook me observaba como si temiera que fuera a derrumbarme en cualquier momento, y posiblemente era lo que esperaba. Cuando se
fue al garaje a trabajar, solo me cogió de la mano y me besó en la mejilla.

Yo no había salido de mi cuarto después de llegar a casa. Estaba tallando otra pieza de jabón. La mariposa no podía tocarla. Seguía sobre la mesa, a medio transformar. Nada de lo que tallaba me salía bien. No conseguía que los pétalos de una rosa me quedaran como debían. Le había roto sin querer una oreja al conejo que estaba haciendo, y el gato parecía salido de una película de Tim Burton aunque fuera mucho más soso.

No me concentraba. No podía concentrarme. Quizás Yerin pudiera distraerme. Apareció otro mensaje suyo.

¿Puedo llamarte? Sé que odias hablar por teléfono, pero quiero llamarte.

Me incorporé, extrañada. Si Yerin quería llamarme, era porque pasaba algo. Algo aparte de que yo llevara toda la semana sin ganas de mensajearme con ella.

Claro, escribí, y mi móvil sonó unos segundos después.

-Ya sé que no te gusta nada hablar por teléfono, pero es que... necesito hablar con alguien -dijo casi en un susurro-. Y tú eres mi mejor amiga y... -Se le quebró la voz, y yo sentí una opresión en el pecho-. Estoy muy asustada.

-¿Es... es por Jackson? -pregunté, quitándome el portátil de encima de las rodillas para ponerlo sobre la almohada.

Soltó una risa cortante.

-No. Ojalá fuera solo eso.

Crucé los brazos sobre la tripa.

-¿Qué... qué pasa?

La oí respirar hondo a través del teléfono.

-¿Te acuerdas de que tenía que ir al médico, a un especialista en retina, por lo que vio el oculista cuando me hizo la revisión para ponerme gafas nuevas?

Dear Silence ▹ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora