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La mariposa parecía llamarme, tentadora

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La mariposa parecía llamarme, tentadora.

Miré el retrato que me había hecho Jungkook el día que murió Liam… No, el día que murió no. El día que le asesinaron. Me costaba pensar y decir aquella palabra, pero me obligué a hacerlo, a llamar a las cosas por su nombre. Liam no había muerto como Mariett, por causas naturales. No había muerto en un accidente de tráfico repentino. Le habían asesinado en un acto de violencia sin sentido, como al hermano de Darl.

Volví a mirar la mariposa tallada en jabón y luego miré la del dibujo. Una estaba completa. La otra no. Cerrando los ojos, me di la vuelta y pensé de nuevo en el largo día que había pasado en el instituto.

Jungkook parecía hecho polvo en clase y apenas me había dicho hola en voz baja. Entre nosotros parecía haber mil kilómetros de distancia. Al final de clase, me había dado la sensación de que iba a decirme algo, pero luego había cambiado de idea. Solo había dicho adiós y se había marchado.

Keilah se había dado cuenta enseguida de que nos pasaba algo y había llegado a la conclusión que habíamos… cortado.

—Puede que sea por lo que ha pasado con Liam y todo eso. Obviamente no me has pedido consejo, pero… no te des por vencida, Molly. Cualquiera se da cuenta de que sois perfectos el uno para el otro.

Yo sabía que el asesinato de Liam había sido un golpe durísimo para Jungkook, pero eso no era lo único que le pasaba.

Sus problemas eran tan profundos que los llevaba inscritos en los huesos y en cada fibra de su musculatura.

Yo no sabía qué podía hacer cambiar el modo en que se veía a sí mismo, si es que algo podía hacerlo cambiar. Solo sabía que a mí me había costado años llegar donde estaba y aún me quedaba mucho trabajo por hacer.

Por más que yo deseara que ese cambio se produjera, sabía que no sucedería hasta que él estuviera preparado.

Y no lo estaba.

—Tenemos que hablar.

Estiré la espalda, de pie delante de mi taquilla el viernes antes de la comida.

Cuando Leanne decía eso, nunca pasaba nada bueno. Yo no tenía ni idea de qué quería hablar, pero cerré la puerta de la taquilla y la miré mientras guardaba el libro expresión oral en la bolsa. Me detuve al verla.

Tenía los ojos rojos e hinchados, el pelo recogido en una coleta baja y los pantalones de chándal que llevaba eran una o dos tallas más grandes que la suya.

Respiró hondo y cuadró los hombros al mirarme.

—Tú y yo no congeniamos y solo tenemos una cosa en común —dijo como afirmando lo obvio, aunque en realidad teníamos en común mucho más de lo que ella creía. Tal vez por eso no había ni pizca de hostilidad en su tono—. Y es Jungkook —concluyó.

Dear Silence ▹ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora