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Notaba el pecho como un cascarón hueco y vacío

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Notaba el pecho como un cascarón hueco y vacío.

«Vale, quizás esté exagerando un poco», pensé mientras miraba el techo de mi habitación. Pero así era como me sentía desde que le había cerrado la puerta a Jungkook el día anterior. Me encerré en mi cuarto y el miércoles no fui al instituto. No podía.

Los últimos días habían sido demasiado para mí. Había experimentado toda clase de altibajos. El amor. La pérdida. El amor. Y otra vez la pérdida.

Necesitaba un respiro. Un rato de tranquilidad. Así que me lo tomé.

Eso era algo que había aprendido durante mis sesiones con el doctor Anderson. Que cuando las cosas nos abruman, cuando estás estresada y a punto de desquiciarte, es hora de hacer un paréntesis. El doctor Anderson hablaba siempre de los días dedicados a la salud mental. Me acuerdo que una vez se puso a despotricar diciendo que si alguien tosía le daban la baja, pero que si alguien estaba mentalmente agotado solo se esperaba de esa persona que se aguantara y siquiera adelante.

Le dije a Rose que no me encontraba bien y, teniendo en cuenta que no me tomó la temperatura ni me obligó a tomar jarabe, deduje que sabía que lo que me tenía postrada en la cama no era algo que ella pudiera tratar.

Me dolía el pecho. Lo notaba vacío, pero era un vacío que dolía. No podía soportar que Jungkook hubiera hecho aquello en ese momento: él estaba sufriendo por la
muerte de Liam y yo no podía estar a su lado.

Abrazándome a la almohada, me tumbé de lado y cerré los ojos. Por fin era consciente de que yo había cambiado y al mismo tiempo había descubierto que Jungkook no.

Flexioné las rodillas y las apoyé en la almohada mientras pensaba en aquel primer día de clase, en la primera vez que vi a Jungkook. Rememoré todas las veces que habíamos salido por ahí y las cosas que nos habíamos dicho. Las señales estaban ahí. Yo las había notado, pero no sabía lo profundas que eran las cicatrices de Jungkook. Estaba tan absorta en todo lo que estaba viviendo y en cómo me hacía sentir Jungkook...

¿Había algo que pudiera haber hecho semanas o meses antes?

No estaba segura.

Había tardado cuatro años en empezar a asimilar el cambio y, aunque ya no era la
misma que antes, seguía siendo... una obra inacabada. Jungkook ni siquiera había dado el primer paso.

Por la tarde Keilah me mandó un mensaje preguntándome si estaba bien. Le dije que estaba con un poco de gripe y luego dejé mi teléfono en la cama, a mi lado.

Al día siguiente.

Al día siguiente me levantaría e iría a clase. No podía quedarme en la cama para siempre. El sábado iría al funeral de Liam, y estaría allí por si Jungkook necesitaba alguien con quien hablar. Eso no podía dejar de hacerlo, pero solo estaba dispuesta a llegar hasta ahí. Tenía la voluntad de luchar por nuestra relación, pero no podía ser algo unilateral. Jungkook también tendría que luchar.

Dear Silence ▹ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora