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El jueves se convirtió oficialmente en el día que no acababa nunca

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El jueves se convirtió oficialmente en el día que no acababa nunca. Las horas pasaron muy despacio, y me puse de los nervios cuando, al salir de clase, antes de expresión oral, Jungkook no estaba esperándome. Enseguida pensé en lo peor.

¿Y si Jungkook no había ido al instituto? ¿Y si en realidad no quería ayudarme con la exposición? ¿Y si se había arrepentido? ¿Y si no quería poner en peligro su relación con Leanne? Todo ello me parecía posible.

Cuando Leanne entró en clase, casi no la reconocí. Llevaba unos pantalones de chándal anchos, de color negro, y una camiseta muy amplia. Se había recogido el pelo en una coleta alta, aunque algo más descuidada que de costumbre. Al acercarse, vi que tenía los ojos ligeramente hinchados.

Se sentó y, al dejar su bolsa en el suelo, volvió la cabeza hacia mí.

-¿Se puede saber qué estás mirando?

Me sonrojé y fijé la mirada al frente.

-Zorra estúpida -masculló, y di un respingo.

Se me ocurrieron varias réplicas que de inmediato se me disolvieron en la punta de la lengua. Apreté los labios y tomé aire por la nariz.

El siguiente en entrar en clase fue Samuel. Entró tranquilamente, sonriendo por algo que le había dicho Keilah. Se me encogió el corazón al ver la facilidad con la que Keilah hablaba y reía con él. Dios mío, ojalá pudiera ser yo así.

Noté una opresión en la garganta y me dije que, si Jungkook no aparecía, no debía tomármelo como algo personal, aunque sabía que lo haría. Justo cuando estaba a punto de darme de cabezazos contra la mesa, Jungkook entró en clase como si tal cosa, con el cuaderno en la mano y una sonrisa indolente en los labios. Naturalmente, no se había echado atrás.

Se me relajaron los hombros y me dije que debía calmarme.

-Hola. -Samuel le saludó con la cabeza cuando pasó junto a su mesa.

Jungkook murmuró una respuesta y se sentó en su sitio. Se inclinó hacia Leanne y le dijo en voz baja algo que no oí. Vi que ella negaba con la cabeza. Jungkook le puso una mano en el brazo. Sorprendentemente, ella se apartó. Dejó el libro de texto sobre la mesa de golpe, y me pareció oír suspirar a Jungkook.

Me miró.

-Hola, Ratón.

-Hola -contesté en voz baja.

Y eso fue todo lo que hablamos en clase, lo que seguramente no era buena señal.

Cuando recogimos nuestras cosas, al final de clase, me puse de pronto nerviosísima, y Jungkook me estaba esperando.

-¿Nos vamos ya? -preguntó.

Asentí y noté que Leanne ya había salido del aula. Él enarcó una ceja y no dijo nada cuando salimos, saludando con la mano a Samuel y Keilah. Fue una suerte que condujera yo, porque podía concentrarme en eso y no en el pánico que sentía por dentro.

Dear Silence ▹ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora