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-¿Quieres que comamos algo rápido? -sugirió Jungkook mientras íbamos por el pasillo al salir de clase de expresión oral-

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-¿Quieres que comamos algo rápido? -sugirió Jungkook mientras íbamos por el pasillo al salir de clase de expresión oral-. Tienes tiempo.

Yo seguía teniendo el estómago hecho un nudo pero, como ya había hecho la exposición, podía comerme una porción de pizza. Dije que sí.

-Genial.

Nos dirigimos a la cafetería y, cuanto más nos acercábamos, más me daba cuenta
de que el murmullo de las conversaciones y las risas no me sonaba tan hostil como la
primera semana de curso. Esa mañana había algo de acogedor en el ruido y el olor a comida inidentificable. Mis pasos parecían más ligeros. Estaba...

-Señor Jeon -dijo una voz grave-, ¿por qué será que no me sorprende verle en el pasillo cuando estoy seguro casi al cien por cien de que en estos momentos tendría que estar en clase?

Me detuve y me di la vuelta. Jungkook hizo lo mismo. El director Washburn estaba junto a una puerta abierta, con los brazos cruzados. La luz se reflejaba en su cabeza
lisa y calva.

Oh, oh.

-¿No está seguro al cien por cien? -replicó Jungkook para mi sorpresa-. ¿No cree que debería estarlo siempre al cien por cien?

El director sonrió.

-Muy listo, señor Jeon. Es una pena que no aplique ese ingenio suyo a los estudios, pero eso sería esperar demasiado, ¿verdad?

En la mandíbula de Jungkook vibró un músculo.

-Supongo que sí.

La sonrisa forzada del director se esfumó.

-Vaya a clase, señor Jeon.

Pensé por un momento que Jungkook no iba a obedecer. Miró al director con una sonrisa desafiante en los labios. Luego, pasado un segundo, retrocedió y se hizo a un lado.

-Luego nos vemos, Ratón.

-Espero que no en el pasillo cuando se supone que tiene que estar en clase - añadió el director.

Jungkook se rio en voz baja mientras giraba sobre sus talones.

-No sé, hombre. Quizás eso sea esperar demasiado.

El ancho pecho del director se hinchó con un profundo suspiro de resignación y luego me miró entornando los ojos.

-No le conviene relacionarse en exceso con chicos como ese -me advirtió, y su descaro me hizo dar un respingo. Seguramente ni siquiera sabía quién era yo, aunque Darl y Rose hubieran hablado con él-. Va por muy mal camino, y no querrá usted acompañarlo. Más le vale ir a donde tenga que ir.

Antes de que pudiera responder, el director Washburn se marchó camino de las oficinas. El hormigueo de felicidad que sentía por haber hecho mi exposición se disolvió mientras repasaba de memoria sus palabras y el tono en que las había dicho.

Dear Silence ▹ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora