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Todo se aceleró y luego se detuvo.

Se quitó la camiseta y, aunque ya le había visto antes sin ella, no estaba preparada para verle de nuevo así. Su piel era suave y dura. Su cuerpo era tan distinto al mío... Mi carne era blanda bajo sus manos, pero Jungkook parecía tan fascinado como yo. Exploró mi cuerpo. Y yo el suyo. Apenas hablamos cuando nos quitamos los
vaqueros, primero él y luego yo. Los tirantes del sujetador resbalaron por mis brazos.

Estaba nerviosa. Me temblaban las manos. Nadie me había visto nunca así, casi desnuda. Me costó refrenar el impulso de taparme pero, cuando su pecho tocó el mío y sentí que nada nos separaba, dejé de pensar.

Se trataba de sentir, eso era lo único que importaba, y a diferencia de lo que había sucedido la vez anterior, no había ni asomo de angustia que tiñera aquella extraña tensión, aquel ardor maravilloso. Estaba nerviosa, sí. No sabía qué podía esperar, pero ello no ahogó mi pasión, ni me dio ganas de escapar. Me dejé llevar, bajé las manos y las suyas siguieron a las mías. Nuestros cuerpos se frotaban, ansiosos. Deslizó la mano por mi cadera siguiendo con los dedos el elástico de mis bragas. Me estremecí, arqueé la espalda. El sonido que dejó escapar Jungkook me hizo estremecer.

Apoyándose en los codos, se inclinó sobre mí. Me besó profundamente, con calma, apretándose contra mí. Pasé una pierna sobre las suyas. Mis dedos se enredaron entre su pelo. Su boca abandonó la mía y se deslizó por mi barbilla y mi garganta. Mis sentidos giraron en un torbellino cuando siguió bajando, dibujando un ardiente sendero sobre mi piel.

-Joder-gruñó de pronto levantando la cabeza.

Abrí los ojos parpadeando. Notaba los labios maravillosamente hinchados.

-¿Qué pasa?

-Tenemos... tenemos que parar. -Se enderezó, tomando mi cara entre las manos.

¿Parar? Yo no quería parar. Jungkook volvió a gruñir. Obviamente, él tampoco quería.

-No tengo condones.

-¿No? -pregunté sorprendida.

Apoyó su frente contra la mía.

-Imagino que tú tampoco.

Casi me eché a reír.

-Los chicos... ¿no lleváis siempre condones en la cartera? -Me puse colorada al preguntarlo.

Se echó a reír.

-Dios... Ojalá. Es que no he... Bueno, ya sabes. Nunca había llegado tan lejos.

-Sí, lo sé. -Pasé la mano por su pecho mientras trataba de controlar mi respiración-. ¿No compraste cuando... cuando estabas con Leanne?

Me miró a los ojos.

Dear Silence ▹ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora