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Las palabras de Rose resonaban aún en mis oídos cuando me duché y me cambié rápidamente de ropa

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Las palabras de Rose resonaban aún en mis oídos cuando me duché y me cambié rápidamente de ropa. El pantalón de chándal me arañaba la rodilla izquierda, que tenía herida, pero no hice caso. Entré en mi cuarto, cogí mi bolso, abrí la cremallera del compartimento lateral y probé a llamar a Jungkook.

No contestó.

Abrí los mensajes y escribí ¿Estás bien? Envié el mensaje y un momento después vi que lo había recibido. Esperé. No hubo respuesta. Me giré y me aparté el pelo mojado de la cara arañada. No debería haberme separado de Jungkook. Debería
haberme quedado con él, y con Samuel. No podía ayudarles pero al menos podía haber estado allí, a su lado.

Pero me había marchado.

Había hecho lo que me habían dicho, como siempre, y me había ido. No estaba segura de haber hecho bien o mal. Miré mi teléfono y empecé a llamar a Yerin, pero me detuve. No sabía cómo contarle lo ocurrido, sobre todo teniendo en cuenta por lo que estaba pasando.

Me senté en la cama y no me moví. Los minutos se convirtieron en horas. El cielo se oscureció más allá de la ventana. Me tumbé en la cama con el teléfono al lado. Notaba la cabeza extrañamente vacía. Oía solamente un zumbido suave, como cuando tenía catarro y estaba muy congestionada. Debí de quedarme dormida porque cuando volví a pestañear entraba sol por las persianas. Diminutas partículas de polvo flotaban en sus haces de luz. Con la boca seca, me incorporé y desvié la mirada. Vi la puerta cerrada y me acordé de que la noche anterior la había dejado abierta. Durante unos minutos no pude recordar exactamente por qué tenía aquella horrible sensación de angustia en la boca del estómago.

Liam...

Di un respingo, me giré y miré la cama buscando mi teléfono. ¡Allí estaba, entre los cojines! Lo saqué y toqué la pantalla. No tenía mensajes ni llamadas perdidas.

Mientras miraba fijamente la pantalla, me dije que si Jungkook no había llamado ni me había mandado un mensaje era porque estaba con Samuel. Tranquilizarme a mí no era su prioridad en esos momentos. Lo entendí, pero al mismo tiempo noté un nudo de miedo en el estómago y me dieron ganas de vomitar. Jungkook estaba bien. No tenía por qué haberle ocurrido nada. Pero el miedo dio paso a una angustia que me caló hasta la médula de los huesos.

Me levanté y fui corriendo al cuarto de baño del pasillo. Cerré la puerta, me puse de rodillas e intenté vomitar. Pero no me salió nada. Tuve náuseas hasta que empezaron a dolerme las costillas y me quedé allí sentada, respirando agitadamente.

Me levanté muy despacio, dolorida, y cogí mi cepillo de dientes. Abrí el grifo y me lavé los dientes y luego la cara, haciendo una mueca de dolor cuando el agua caliente y el jabón tocaron mi piel. Al levantar la vista me vi reflejada en el espejo. Tenía las mejillas llenas de heriditas y unas sombras profundas debajo de los ojos. Todavía tenía el pelo un poco húmedo por haberme acostado con él mojado, y en aquel momento era del color del vino y estaba todo alborotado. Me aparté del lavabo y volví a mi cuarto. Caminaba con inmensa lentitud, paso a paso.

Dear Silence ▹ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora