La segunda semana de clase fue muy parecida a la primera.
Bueno, más o menos, porque esta vez no salí corriendo de ninguna clase (¡hurra!). El lunes por la noche, Jungkook me mandó un mensaje. Era cortito: solo me deseaba buenas noches y me llamaba «Ratón». Esta vez conseguí no comportarme como una mema y le respondí dándole las buenas noches. Después del lunes, Leanne no hizo ninguna visita por sorpresa a mi taquilla (¡hurra otra vez!). Al parecer, mi respuesta de la última vez había surtido efecto (bien por mí). En clase de expresión oral, me ignoró y se dedicó a tontear con Jungkook. De lunes a jueves comí en la mesa de Keilah, y el último día incluso me las arreglé para responder a una pregunta que me hicieron. ¿Qué digo a una? ¡A dos! (Alucina).
La primera me la hizo Soyoung, que de pronto levantó el brazo escayolado y dijo:
-¿Alguna vez te has roto un hueso, Molly?
Los espaguetis que había estado persiguiendo por el plato se me asentaron en el estómago como si cada uno de ellos estuviera lastrado con plomo.
-Sí -conseguí decir con voz ronca.
-¿Cuál? -preguntó Keilah, mirándome con atención.
Las dos palabras siguientes me costaron menos esfuerzo.
-La nariz.
Por suerte nadie preguntó cómo me la había roto, seguramente porque el novio de Jo nos contó que su hermano pequeño se había roto la nariz con un bate de béisbol de juguete, y supuse que para eso hacía falta cierto talento. No fue gran cosa lo que dije el jueves en la comida: tres palabras en total, pero dichas delante de una mesa llena de gente. Aunque sea una bobada, me sentía tan... en fin, tan orgullosa de mí misma que se lo conté a Darl y Rose en cuanto les vi esa noche, cuando llegaron de trabajar.
Ellos también se sintieron orgullosos.
Y aliviados.
Me di cuenta por la mirada que se lanzaron, aunque no dijeran nada. Intenté que no me molestara. No es que no creyeran que no podía desenvolverme en el instituto, pero sabía que estaban preocupados. Sabía que temían que fuera demasiado para mí, pero estaba saliendo adelante, y había durado más que en el colegio.
El viernes, Jungkook estaba esperando junto a la entrada de la cafetería con las manos metidas en los bolsillos. Por lo visto había decidido saltarse otra vez la clase y, aunque no debía darle alas en ese sentido, me alegré de verle allí. Apenas habíamos podido hablar antes o después de la clase de expresión oral, y él no había vuelto a hacerme una visita improvisada. Nos pusimos a la cola y compró lo mismo que el primer día: pizza y leche.
-¿Quieres que nos sentemos aquí o fuera? -preguntó.
Dibujó una sonrisa al echar una ojeada a la mesa de Keilah.
-Donde tú quieras. Tú mandas.
Sonreí al oír aquello. Tenía la sensación de que, si íbamos a sentarnos a la mesa, no tendríamos oportunidad de hablar. Además, había empezado a refrescar, como si el verano hubiera decidido ausentarse antes de tiempo.
ESTÁS LEYENDO
Dear Silence ▹ jjk
FanfictionUna historia sobre la amistad, el amor y encontrar tu propia voz. Ella aprendió que el silencio era su mejor arma. Él juró que siempre la protegería. Un relato luminoso sobre una joven valiente que lucha por expresar su verdad desde un refugio de si...