Una historia sobre la amistad, el amor y encontrar tu propia voz.
Ella aprendió que el silencio era su mejor arma.
Él juró que siempre la protegería.
Un relato luminoso sobre una joven valiente que lucha por expresar su verdad desde un refugio de si...
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El miércoles por la noche, mientras estábamos sentados a la mesa a la hora de la cena, Darl y Rose me miraban en silencio, asombrados. El brócoli que me había obligado a comer empezó a echar raíces y a perforarme el estómago.
Me puse tensa cuando Darl miró a Rose. Se miraron, y de nuevo me maravilló hasta qué punto dominaban aquella comunicación no verbal.
Darl carraspeó y dejó su tenedor sobre la mesa.
-¿Te han invitado a una fiesta?
Dije que sí lentamente con la cabeza.
-Ya... ya os he hablado de Keilah. Me ha invitado ella.
-¿Y esa fiesta es en casa de un chico? -preguntó él.
Tal vez eso debería habérmelo callado.
-Es... un amigo.
Aquello no era del todo cierto, pero tampoco era mentira. En realidad, éramos simples conocidos.
-¿Un amigo? -preguntó Rose con voz extrañamente aguda-. ¿Un amigo que no es Jungkook?
-Tengo... otros amigos -contesté yo secamente, pensando en Samuel y Liam, y ella pestañeó-. Yerin también vendrá.
Y era cierto. Yerin iba a venir a la fiesta. Le había dicho a Keilah ese mismo día a la hora de la comida que la había invitado, y se había puesto muy contenta porque iba a conocer a mi amiga.
-Me... me encantaría ir.
Silencio.
Volvieron a comunicarse telepáticamente.
Yo empecé a removerme en mi silla mientras miraba mi chuleta de cerdo a medio comer. Si Rose y Darl me daban luz verde para la fiesta del sábado, primero iría a recoger a Yerin y luego a Jungkook, e iríamos los tres juntos a la fiesta.
A una fiesta de verdad, de las auténticas.
Se me encogió más aún el estómago.
Darl bebió un sorbo de agua y luego dijo:
-¿Los padres de ese chico estarán en la casa?
Yo no tenía ni idea. Seguramente no, pero no iba a decírselo.
-Creo que sí.
Volvieron a mirarse. Tal vez debería haberlo dicho con más convicción.
-Nos gustaría hablar con sus padres -anunció Darl.
Abrí los ojos como platos.
-¿Qué? Eso sería... muy embarazoso.
-Molly...
-Ningún padre lo hace -insistí yo, horrorizada ante la perspectiva de que se confabularan con los padres de Taehyung, como habían hecho con los profesores del instituto, a mis espaldas-. Si tenéis que hablar con ellos, entonces mejor no voy. Solo quería...
