Regreso

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Atenea

-Atenea. –

- ¿Sí? -

-Llegamos. –

Hace un frío horriblemente familiar, y mirando a mis hombres me doy cuenta de las diferencias de país en cada uno, para algunos la lluvia calando en su ser se les puede notar en la cara, y otros se sienten en su salsa con el clima tan helado.

Me subo de las primeras al vehículo, no espero a los demás para saludar al señor conductor y decir

-A las condes, por favor. –

-Menos mal no estabas emocionada...-

-chilena no iremos a tu casa por el momento, tenemos que ir a nuestro hotel y luego si quieres ver que tal el perímetro para ver la posibilidad de asistir puesto que...-

- ¿Y por qué no te vas a ratito a la mierda? Francisco... –

-Muñeca. –

-Llévame a mi casa. –

-Princesa es peligrosa... –

Yo no quería utilizar mis armas, pero no me dejan otra opción.

Bajo mi cabeza, hago un puchero y comienzo con mi show.

-Ángel no llores. –

-Iremos a donde usted quiera su alteza... –

-Pequeña guíanos hasta tu casa. –

-Mocosa si quieres podemos pasar por café antes de ir a tu casa. –

Levanto la mirada para regalar mi sonrisa de un millón de dólares.

- ¡Chúpame los ovarios turcoooo! ¿Vamos? –

-Joder con la manipulación de esta mujer. –

-Y ustedes escupiendo para el cielo sobre nuestra estupidez ante ella. –

-No pensé que fuera tanto... –

Me siento victoriosa como siempre, y es que estos son tan fáciles de manejar a mi antojo que si tengo la oportunidad no la pierdo por nada del mundo, agradezco a mi habilidad de llorar con rapidez, parezco María magdalena si me lo propongo.




Llegamos a la casa donde me lloro, estoy tan feliz de poder presentarle todos mis oufits para salir a bailar y mis peluches que me dio mi abuela.

-Pare aquí mismo. –

- ¿Llegamos? –

-Sí, bajen del auto por favor, quiero mostrarle mi humilde morada. –

Aterrizo en la vereda que tocaba todos los días con las chicas antes de irnos a clases, toco el timbre del portón de afuera y espero pacientemente que me responda una de las amas de llave.

- ¿Quién? – esa voz es de la persona que cocina la mejor torta de chocolate.

- La dueña, ¿Quién más? –

- ¿Helena dos punto cero? –

-La misma que canta y baila. –

Suena el típico sonido que me dice que la barrera de mi casa está abierta para poder pasar junto con los mafiosos.

Corro dentro para encontrarme con tres mujeres ya mayores esperando en la puerta emocionadas.

- ¡Helena! –

DIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora