Obligaciones

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Atenea

-Tatuada, ¿Qué tanto haces en el teléfono? Ven a escoger tu maldito vestido de novia, los pies me están matando y tu trabajando. –

Siento como Katherine me reprende, pero no le tomo mucha importancia, esta odiosa, esa bebé la tiene con los pelos de punta.

Llevo una semana aquí en Turquía y estoy con mis instituciones a full. Ser jefa de la FCA es más complicado de lo que imagine, ahora súmale que en el país en el que me encuentro me decidí por tomar el cargo de gerente en la sección de distribución de armas.

Pero eso no es todo, en China, Alemania, Rusia, e Italia estoy encargada de otras cosas, solo que acordamos que en el país en el que me encuentre priorizare el trabajo que escogí para el lugar.

Sin embargo, nunca disfrute tanto una labor como la que tengo ahora, ser encargada de miles de mujeres malditamente inteligentes es todo un honor, la base más condecorada en las mafias está bajo mi cargo, y pudimos realizar el traspaso de jefa con la que es ahora mi cuñada, me comento que estaba muy feliz de que pudiera dirigir la central, y confía plenamente.

Ahora estaba viendo a las nuevas niñas que están dentro del centro, reciben la mejor educación y un trato absolutamente digno, que las enseñemos a matar no significa que seamos unas bastardas con ellas, y también me tome el tiempo de cambiar el personal trabajador del lugar, no quiero varones dentro de éste, pues asi evito algún tipo de incidencia, mayoritariamente abusos.

- ¡Te estoy hablando, zorra! –

-Ya voy Katy, no quiero que de tanto gritar se te vaya a salir la bebé, histérica de mierda. –

-Perdón por preocuparme de tu matrimonio más que tú, desconsiderada. –

Me acerco a ella para besar su frente y calmar aquella ira tan repentina que a veces tiene.

-Atenea, eres mi hermana, la que dijo que jamás se casaría, entiéndeme, quiero lo mejor para tu boda, que te veas estupenda y dejes claro que la reina de la mafia con sus tacones de quince centímetros les pateara el culo si la desafían. – dice con deje de exaltación.

-Baja esos humos perra preñada, no soy la gran cosa, solo tendré nuevas obligaciones y ya está. –

-Mana, eres la maldita esposa de seis jefes, te van a querer ver en el piso. –

Claramente que he estado pensando en eso, la fila de damas que tienen cada uno de mis prometidos es más larga de lo que podría imaginar, y todas aquellas que quieren mi puesto es realmente aún más grande la multitud, pero que lastima, no estudio hasta las cuatro de la mañana por nada.

-Mejor vamos a ver las telas para el vestido, tiempo es lo que menos tenemos. –

Me dirijo a la enorme puerta que separa nuestros cuerpos con el espacio de trabajo de la diseñadora, y me recibe con una hermosa sonrisa y una inclinación hacia mi persona que me deja un poco desencajada.

-Señora, que placer poder trabajar para usted, permítame presentarme, soy Fiorella Grimaldi, y mi equipo de trabajo está conformado por Antonia, Carla, Mónica...- y asi presenta a las señoritas que se encuentran a cada uno de sus costados.

Mantengo una breve charla con las trabajadoras, pues al haberme atrasado tanto, debo tener mi vestido más que listo para hoy en la noche, y Fiorella está más que informada sobre mi poco tiempo, pues me guía a una sala llena de vestidos, y no se hacen esperar los jadeos de mi mejor amiga, que admira todo con gran alegría y euforia, me hace mirar cada vestuario de las figuras de plástico.

Pero lamentablemente no soy muy fácil de impresionar, y como siempre me demoro una eternidad en escoger que tipo de telas me parecen bien y cuáles no.

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