Separación

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Atenea

Estoy en la casa más aburrida que nunca, los chicos están abajo trabajando, las personas que hacen las cosas de aseo en la casa no me sacan de mi monotonía, la paso bien cuando estoy con ellos, pero últimamente el trabajo no me los da ni por un minuto.

Pero se me ocurre una magistral idea, y verdaderamente que me gustara la travesía.

-Alo, ¿José? -

-Dígame, Señora-

-Nos vamos en 30 minutos a la discoteca más buena de la ciudad, quiero el auto preparado si es que no es mucha molesta-

-Señora usted sabe que no puedo hacer eso, los señores están cuidándola-

-Ay José si ellos saben, ¿tú crees que si hago algo ellos no tienen idea? Son mafiosos, no me creas tonta-

-Aaaaah en ese caso esta bien, la espero abajo en 30 minutos mi señora-

-Bueno Josecito lindo, y que sea un club latino, entre sudamericanos nos entendemos.

A y otra cosa, deja de decirme señora que no estoy ni casada ni vieja-

-Bueno señ... señorita, la espero-

Ojalá los ogros estén llenos de trabajo hasta mañana, porque si se llegan a enterar me matan.

En veinte minutos estoy lista, y con un vestido negro corto que deja mi abdomen al aire y una tiras cruzadas que sostienen mis senos, tacones rojos al igual que mis labios, y mi cartera que no cae más que mis documentos me marcho hacia abajo. Como en los viejos tiempos saliendo a escondidas de la casa.

-Señorita está usted reluciente-

-Gracias Josecito, pero apresúrate que estamos contra el tiempo, no quiero hacer tanta fila en la disco-

-Señorita Atenea, usted no tiene por qué hacer fila, es la muj...bueno... esta con los señores, si hace fila en algún club el dueño tendrá serios problemas. -

Pasan 40 minutos cuando al fin encontramos algo de buena calidad y de mis raíces, me bajo dándole las gracias a Josecito y me comenta que tengo a mi disposición a dos guardaespaldas, pero no me hostigaran estando al lado mio para que no sean importunos, tan divino.

En menos de cinco minutos ya estoy en el club disfrutando del ambiente que hay, suenan canciones de reggaetón nuevo mientras camino hacia la barra.

-Buenas noches dama, ¿desea algún coctel? -

-Buenas noches, y dame una cerveza bien helada, que sea Corona si tienes, gracias-

Me mira como si algo raro pasara, pero no entiendo por qué.

Me da el trago y lo cuido con mi vida, no quiero que me anden drogando, ahí sí que los tres se me mueren de un infarto.

Un grupo de mujeres pasan delante de mí y me miran mal, obviamente que yo se las devuelvo peor, no soy lo más pasiva realmente.

Se acercan varios hombres para invitarme a bailar, pero me niego a todos, los conozco, son bien mano larga, y yo no tengo dueño, pero si le debo fidelidad al trio, o eso me hicieron saber.

Después de un rato se acercan dos gemelas que alguna vez conocí en mi estadía en el harén del turco.

-Pero si no es la esposa del jefe...-

-María y Ana, si es que son mis hermanas de cárcel. -

Dejo un beso en sus mejillas y nos damos un pequeño abrazo.

DIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora