Derrumbe

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Atenea

Me acaba de llegar un mensaje de mi alemán diciendo que vaya a la casa de mi padre, pues tiene algo importante que decirme.

Me despido de Katherine y me dirijo a un coche que me dieron los mafiosos para que pudiera andar libre estos días. No es un regalo, solo me lo pasan cuando es necesario, me tienen en la mira pues no quieren que me pase nada malo y se han puesto peor con esto del tumor.

Mañana entro a la cirugía con mi chino, sé que estoy en buenas manos y por lo mismo no me siento nerviosa.

Debo comenzar cuanto antes con las fases de Leonor, y aunque no sean para todas las personas, me siento más que preparada para demostrar que me merezco el título de Reina.

Mis hombres necesitan que los ayuden, aunque no lo quieran decir, sé que tiene grandes cargas en sus espaldas y yo no vine a ser una más, soy una mujer tan eficiente como cualquiera de la organización.

Veo en mi teléfono la lista de cosas que debo hacer en cada fase, me gusta la preparación que tienen para llegar al puesto, se aseguran que no está una ineficiente como esposa del jefe.

Últimamente he sentido mi cuerpo un poco extraño, no les comento a los chicos porque sé que son unos escandalosos y demasiado insoportables cuando me da un simple mareo.

Deduzco que es por el tumor, debe estar haciendo de las suyas en mi sistema, pero igual no creo que uno de los síntomas es el dolor de pecho.

Me encuentro más pálida de lo normal y mis ganas de orinar no son normales, de todas formas, mis pensamientos se esfuman cuando el chofer me dice que ya llegamos.

Estoy tan perdida en mis pensamientos que ni cuenta me doy cuando me encuentro fuera de mi antigua casa, de igual manera le agradezco por su servicio y le comento que si gusta puede pasar y tomar o comer algo.

Por protocolo me rechaza la invitación, pero me agradece gentilmente.

Bajo del vehículo con muchas ganas de comerme la boca de mis hombres, cada minuto que pasa me impresiono de cómo los extraño y necesito, se han vuelto más importantes de lo que yo pensé, y no podría ser más feliz siendo su mujer legalmente.

Abro el portón y me adentro al que fue mi hogar de niñez y adolescencia. Lo raro es que cuando ya me encuentro en la sala de estar no hay ni un alma.

Solo alcohol del que toma mi padre y... ¿los zapatos de los chicos?

- ¿Alexander? – grito para que salga de cualquier parte en la que esté.

- ¿Kadir? ¿Nicholas? ¿Christoph? – nada.

Subo a la segunda planta pues quizás no escuchen, aunque con mi tono de voz tan delicado, de seguro lo hicieron...

La puerta de mi cuarto está abierta, y claro que se darían el atrevimiento de revisar mis cosas de pequeña, son tan chismosos, que, aunque siempre lo nieguen, todos sabemos que es así. Cuando ven que Katherine me llama se ubican todos cerca mio para poder escuchar, y Christoph al saber español entiende lo que nos decimos casi a la perfección.

El otro día los pille hablando en el despacho sobre un chisme que me había contado mi hermana y de sus bocas no salían más que palabras como "this bitch" o "they should end their relationship".

-Viejas chismosas, ¿Qué hacen en mi ...-

Mi garganta se seca y mis ojos automáticamente se abren casi saliendo de su órbita.

Tiemblo.

Sudo.

Siento mi corazón queriendo salir del pecho.

DIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora