Epílogo

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3 meses después

-Atenea, hija, come algo por favor. -

-Hermana de verdad que necesito que comas algo, o por lo menos digas una puta palabra. -

-Ya Dani, déjala...-

- ¡Pero es que ¿Cómo se va a descuidar tanto hueona?! Mírala, con suerte respira por la reputa madre. -

-Dejen de gritar las dos, que en vez de ayudarla la ponen nerviosa. -

Me doy la fuerza para pararme de la cama y salir de la habitación, el jardín es mi lugar favorito a esta hora, es la hora de almuerzo y todos deben estar dentro de sus habitaciones o por lo menos en el comedor.

Siento el olor a cigarrillo, y veo que lejos hay una pelinegra fumando tranquilamente en un columpio.

- ¿Me podrías compartir? - hablo por primera vez desde que desperté.

Me mira de pies a cabeza y me tiende la cajetilla junto con el encendedor.

-Gracias. -

-De nada. -

Miro el cielo celeste con pocas nubes, el sol llega a mi cuerpo regalando vitamina D y solo hago el amago de disfrutar su calor.

- ¿Por qué estas acá? - me pregunta la chica.

-Porque estoy igual que tú. - le respondo con simplicidad.

-Hablo de que en estos momentos deberías estar comiendo, y por lo que veo, comes cuando ya estas a punto del desmayo. - mira mis clavículas.

-Hay mucha gente en mi cuarto, y realmente, ninguna de esas personas me ayuda en estos momentos. -

Le doy una profunda calada al cigarro mientras cierro mis parpados, en mi mente se abren los hermosos ojos celestes de mi alemán.

-Ya veo... - bota el humo - ¿Cómo te llamas? -

-Atenea. -

Me tiende la mano.

-Un gusto Atenea, soy Isabella. - por su acento, sé que no es americana.

-Un gusto Isa. - le correspondo el saludo.

- ¿Cuántos años tienes? -

-Veinti... -

-Cállate un rato por favor que estoy intentado hacer amigas nuevas ¿sí? - interrumpe - Disculpa Ate, que la lora de mi cabeza no se calla ni porsiacaso. - hace un ademan con sus manos para que continúe.

-Como te seguía diciendo... - suelto el humo - tengo veinticuatro. -

- Pensé que tendrías mi edad, no te ves muy vieja. - saca otro cigarro y comienza a fumarlo.

La miro, es una chica demasiado preciosa, sus ojos son absolutamente un espectáculo, pero en los mismos se ve tanta maldad, me pregunto qué cosa tuvo que hacer para estar aquí. Debe ser italiana, pues se parece mucho al acento que tenía Morello.

- Cuéntame un poco de ti, ¿Qué hiciste? -

Lo piensa un poco antes de responder y sonríe, debo aclarar que me asusto un poco su mueca un tanto maligna.

-Nada... - responde con una voz tan dulce que es impresionante el cambio de tono - solo... ya sabes, matar a un par de personas... pero solo un par, nada de otro mundo. ¿Y tú? Quiero el contexto de tu odio hacia la comida. -

-Pues... lo mismo. A los diecinueve maté a mi antiguo amor de adolescencia. Solo que al entrar en coma cree un mundo ficticio donde nunca lo conocí, mi madre y una de mis mejores amigas estaban muertas, me enamore y me iba a casar con unos mafiosos... ¡Ah! Casi lo olvido, y hablaba con una jodida diosa griega como si fuéramos íntimas. - doy una calada nuevamente inundando mis pulmones de humo.

DIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora