Cuando la puerta de la nave se abrió, una escolta de guardias uniformados de camisa azul, chaleco negro y cascos blancos que dejaban ver el rostro de los hombres, ya esperaba con rifle en mano la llegada de la importante figura política.
A los alrededores, los hermosos edificios de adobe, adornados en sus ventanas con plantas de enredadera y finas flores, permitían a los pasajeros en descenso disfrutar de la vista de una ciudad muy coloquial, en cuyo centro se encontraba la gigantesca y elegante estructura del palacio de Theed.
El recibimiento de la princesa Leia por parte del inmenso mar de gente fue lo que se podría decir... ambivalente.
--¡Heroína de la rebelión! –se oyó decir a un grupo de pobladores que lanzaba pétalos de flor desde las ventanas de sus casas, mientras en el cielo explotaban fuegos artificiales de color blanco y rojo.
--¡Malditos terroristas rebeldes! ¡Ojalá se pudran! ¡Púdranse igual que la moneda imperial! ¡Mueran igual que como mataron la estabilidad del Imperio! –gritó un hombre vestido con un fino atuendo de la tela roja más fina en la galaxia.
Entre gritos. Entre fuegos artificiales. Entre condenas, Nick Nelson caminaba escoltando a Leia a través del camino que los guardias habían abierto entre la gente hacia el palacio de Theed, vigilando en todo momento a su compañero Sith.
Charlie Spring se permitía contemplar la ciudad. En mucho tiempo, no había tenido la tranquilidad como para permitirse observar el encanto o lo aterrador de los planetas que visitaba.
Estaba sorprendido. La princesa no había tomado precauciones con él. Ningún guardia asignado únicamente para vigilarlo. Ni siquiera un par de esposas. Nada. Incluso se le había permitido conservar sus dos sables de luz rojos.
Quizás era su paga por haber perdonado a los tres indefensos guardias. O tal vez... confiaba en él. Verdaderamente confiaba en él.
Las puertas del palacio se abrieron, con un batallón de hombres del mismo uniforme que los guardias.
Los soldados se alinearon en una fila más que perfecto. Tomaron sus rifles A280 por la culata y apoyaron el dorso del arma en su hombro. Marcaron el paso con un estruendoso desplante, y abrieron sus filas para dejar pasar a la princesa y su escolta.
En el centro de la sala de juntas había una mesa de piedra, de aspecto cuadrado y de bordes romos. Con el símbolo de la alianza rebelde ahora esculpido en su parte frontal.
Sobre la mesa, un panel holográfico desplegaba la imagen de tres destructores estelares orbitando el planeta Naboo.
--Seré muy breve muchachos –se dirigió Leia al panel de control--. La misión de capturar al almirante Tarkwon y lo que sea que transportara esa nave fracasó. Y eso pone a la galaxia en un grave peligro.
Charlie cruzó los brazos para disimular su molestia. Pensó que la misión a la que su actual empleadora se refería era a brindar información sobre el Imperio, algo que él consideraba como un severo abuso de confianza.
--Si usted piensa que voy a darle información confidencial, búsquese a otro cazarrecompensas idiota. Tal vez Cad Bane quedaría bien en esa descripción.
La princesa tomó asiento y puso ambas manos sobre su escritorio, entrelazando sus dedos. Levantó ambas cejas mostrando una gran mirada sarcástica.
--¿Tan siquiera sabes lo que esa nave llevaba? ¿O lo que podía causar? Palpatine jamás les decía nada ¿no es así?
Charlie apretó los labios. Cualquier palabrería de insultos y argumentos pro imperio que estaba por decir ahora fue callada por las múltiples preguntas de la princesa, acompañadas por una expresión facial que insultaba al joven Sith sin decir nada: "Zopenco".
--El Imperio requiere de la mano dura de Palpatine. Algunos aún le somos leales por ello.
--¿No tienes ni idea verdad? –se burló Nick
Leia presionó un botón del panel holográfico. La imagen del planeta Naboo fue reemplazada por la de un solitario planeta. Cubierto en su totalidad por el azul marino de un gigantesco océano. Y adornado por unas inmensas nubes que evidenciaban la presencia de enormes huracanes por todo el planeta.
--Hace poco recibimos una llamada de auxilio del planeta Kamino, diciendo que tenía información importante sobre un proyecto secreto del Emperador Palpatine. En palabras de quien envió el mensaje, se trataba de "algo horrible, un arma más aterradora que la Estrella de la Muerte". A nosotros también nos hubiera gustado saber de qué se trataba.
Sobre la imagen del planeta, una voluminosa luz roja parpadeante apareció.
--Enviamos a un escuadrón rebelde de diez hombres al punto del que provenía la llamada. Según el informe inicial, hicieron contacto con un Kaminoano. Después de eso... perdimos contacto con todos ellos.
Kairyum relajó sus brazos mientras el enojo lo abandonaba. Dada la información que ahora se le había dado, ya sospechaba cuál sería su labor. No obstante, aún había algo que no cuadraba.
--¿Y en donde se supone que entro yo princesa? Pudieron haber enviado al Jedi o a un pelotón más experimentado. Pero en lugar de eso, usted dijo que me necesitaba.
Leia presionó un par de botones, tras lo cual la imagen del planeta fue reemplazada por un corto mensaje de texto.
--El informe inicial... y el último del escuadrón, fue que el kaminoano rebeló que los secretos de esta arma estaban en una bóveda Sith dentro de las instalaciones. Muy especial... que solo podía ser abierta por un usuario del Lado Oscuro de La Fuerza. El testigo afirma que además de esa información, hay dentro una reliquia muy especial: un holocrón Sith.
Kairyum acarició sus dos sables de luz discretamente. Un holocrón Sith podría permitirle averiguar aquellos secretos más profundos que el Lado Oscuro guardaba. Era una enciclopedia compactada en un prisma. Una fuente de conocimiento puro. Una de las herramientas más sabias y al mismo tiempo una de las armas más destructivas.
--Si nos permites ingresar a esa bóveda, y averiguar qué tipo de arma desarrolló el Imperio, el holocrón es completamente tuyo. Y podrás usarlo como desees. Incluso... si tu objetivo es destruir a la Nueva República y... seguir apoyando la voluntad del difunto Emperador Palpatine.
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Heartstopper/Star Wars
FanfictionTras la destrucción de la Segunda Estrella de la Muerte, la muerte de Darth Vader y la caída del Emperador Palpatine a manos de la Flota Rebelde, la estabilidad del gobierno imperial en la galaxia pende de un hilo. Miles de soldados y oficiales impe...