El legado de la sangre oscura (SPANISH ORIGINAL)

Epílogo

Un año pasó desde los cataclismos de Reich der Finsternis; Liz, sin embargo, recordaba cada momento como si lo hubiera vivido hace pocos días. El poder maligno de la familia Holzmann se había desvanecido en su totalidad, pero las crueles manchas de la impiedad todavía resplandecían dentro de los pensamientos de sus víctimas.

Sus visitas por Europa eran frecuentes desde entonces, como parte de la terapia de olvido de todo lo que ocurría recorría cada rincón del viejo continente para recordar las cosas que la mantenían con ganas de seguir viviendo. Había aprovechado el momento para visitar algunos de sus familiares cerca de Londres, tomando el tren eurostar hasta Paris para recorrer Francia por una semana. Solo hasta entonces había tomado la iniciativa de recorrer Alemania por motivos diferentes a la misión a la que se había encomendado con los oficiales alemanes, Nick, Andreas y Steffi.

Sentada se encontraba la agente americana junto a Jake en su tren regional desde la estación central de Munich hasta la localidad de Füssen; desde el fallecimiento de Bernard los dos agentes eran más cercanos el uno del otro. La chica observaba tranquilamente los bellos paisajes bávaros, panoramas montañosos, boscosos con la típica silueta azul de los Alpes hacia el horizonte. A su vez, las humildes cabañas construidas en madera aparecían esporádicamente, una escena reconfortante.

Desvió momentáneamente su mirada de la ventana para revisar la foto del monumento que Judith y las demás hermanas de la orden habían construido en honor a las personas que entregaron su vida para acabar con la peste sanguínea que azotaba Reich der Finsternis. Constaba de una estatua de una bella mujer tendiéndole una mano a una pequeña niña: Amelie Holzmann y Anika, ambas estatuas posaban sobre una superficie de mármol con los nombres de las víctimas grabados sobre ella junto con una cruz, empezando por la madre biológica y adoptiva de la niña, y pasando a los agentes y aldeanos caídos.

Luzia von Brandt

Suzanne Schultz

Ulrich Bunden

Bernard Abu-Jamal

Tobias Fritz

Tim Lehmann

Florian Scholz

Franz Richter

Rebecca Krüger

Michael Schönfeld

A la derecha, encontraba otros nombres que ella no conocía. De los americanos, se decidió que solo Bernard merecía ser recordado. Jake le dio unas palmadas a Liz en el hombro, dándole a entender que su presente era ahora y que no valía la pena sufrir por las sombras del pasado.

Liz guardó la foto en su chaqueta, venían de abordar su tren de conexión en Buchloe, no le quedaba mucho tiempo antes de llegar a su destino; junto con ella viajaban pasajeros alemanes y de otras nacionalidades. Habían mantenido el silencio durante la mayor parte del viaje, hasta que un hombre con uniforme del personal del tren se ubicó junto a ellos.

—Fahrscheinkontrolle, ihre Fahrschein bitte (control de boletos, sus boletos por favor)— decía el hombre con voz seria. Liz había seguido un curso de alemán recomendado por Jake, su misión le dejó claro que le sería muy útil. ¿Tomó el pasaje de su chaqueta y lo enseñó al revisor— Fahren die beide zusammen? (¿Viajan los dos juntos?)— preguntó, ambos asintieron. El hombre les regresó el tiquete y se despidió— Danke sehr

—Schönen Tag noch (tenga un buen día)— contestó Liz recordando sus lecciones.

A pesar de todos los recuerdos que la entristecían le emocionaba estar a punto de conocer uno de los lugares más emblemáticos del país, el castillo Neuschwanstein, desde la ventana ya contemplaba un hermoso lago a la orilla de los alpes.