—Necesitan hablar seriamente ustedes dos—dice Teo.
—Ayer lo intenté pero él me evadía y estoy cansada.....estoy tan cansada de tener que rogar una verdad.
Intento que mi voz no se quiebre, mi cabeza esta en el regazo de Teo mirando el techo, mientras él peina mi cabello con sus dedos.
—Elina ¿realmente crees que sea algo serio lo que te esté ocultando?—pregunta.
—Serio e importante, ahora todo conecta, apenas se algunas cosas de su pasado, nunca quiere que escuche sus llamadas, le molesto que haya visto una foto de su hermana y hay un hombre que trabaja con él que una vez lo vi y Dariel prácticamente lo echo de su casa y evitaba que cruzara palabra conmigo—explicó.
Ese hombre que ni si quiera tuve el tiempo de preguntarle su nombre pero ha decir verdad, parecía amigable.
—¿Que harías en mi lugar Teo?—pregunto.
Ahora mismo necesito cualquier clase de consejo.
—Creo que lo enfrentaría, dices que ya lo hiciste y te evadió, tal vez le hace falta que realmente sienta tus palabras, que realmente sienta que te puede perder.
Trato de entender.
—O sea, le digo que me diga la verdad o me pierde.
—Así es Elina, no tienen que llegar a ese grado porque veo mucho amor entre ustedes pero lo que me dices se escucha serio y si alguien ama a otra persona no se le oculta la verdad por más que duela.
—Tengo miedo—confieso.
Por alguna razón tengo tanto miedo que me produce ganas de llorar, siento que puede pasar algo muy malo y aunque soy una persona que me gustan los cambios y estar en completo movimiento, esta vez lo siento diferente, simplemente tengo miedo como una niña pequeña lo puede tener.
—No estás sola cielo y nunca lo estarás, cualquier cosa que pase, será lo mejor y ten por seguro que jamás desapareceremos de tu lado—dice sonriéndome.
Dariel
—¡Puta madre! ¡Es un maldito idiota! ¡Lo voy a matar!—estallo con furia pura.
Empiezo a tirar todo a mi paso, libros, lámparas, sillas, mi escritorio ya está en el piso y debido a los arreglos de cristal que tenía me he cortado las manos, un pequeño río de sangre derraman mis manos manchando algunos papeles blancos que yacen en el suelo.
Eso no me importa y sigo empujando y destrozando lo que vea a mi paso.
—¡Joven Dariel! ¿Está bien? ¿Necesita ayuda?—escucho a Leticia en la puerta.
—Ahora no, vete—trato de tranquilizarme.
—Puedo entrar y ayu...—la interrumpo.
—¡Que no Leticia! ¡Lárgate!
Estrelló la botella de whisky contra el suelo, seguido pateo el contenedor de basura y me detengo cuando llego a la foto de Elina, respiro y la dejo como está en su estante.
—¡Que se joda ese maldito!—sale de mi garganta.
Llevo mi mano ensangrentada a mi frente limpiando el sudor, la sangre hierve en todo mi sistema, sería capaz de destrozar todo el mundo ahora mismo si pudiera.
Mi vista se dirige al suelo donde está la carta causante de todo esto, está ahí, abierta y puedo volver a leerla perfectamente desde aquí, como si el destino también me estuviera jodiendo a mi.
¿Cuanto tiempo ya escarabajo?
Mucho, mucho tiempo sin recibir una carta de este buen conocido, escuche que tienes una nueva carnada para mi y que está, ya es todo una mujer, delicioso.