El ruido de mi móvil sonando me sobresalta, llevo mi mano al pecho, realmente fue un susto.
En mi pantalla está el nombre de Alex, no pienso contestar, ni hoy, ni mañana.
Apago mi teléfono para no tener que estar escuchándolo, mi desayuno consiste en un vaso de agua para hidratar mi garganta seca acompañado de una rebana de pan, no tengo apetito. Anoche no dormir ni un poco, ni siquiera pegue ojo.
Fue horrible sentir que no estaba segura ni en mi propia casa, tengo el sentimiento de miedo clavado en mi pecho, cuando era niña me llagaba sin ninguna razón, podía estar en una cena familiar y sentir miedo, un miedo grande que hace sentir soledad e inseguridad.
No soy religiosa, pero temo a que el alma, espíritu o lo que sea de Edén me persiga o que alguien entre e intente matarme.
Tengo puesto un suéter de lana unos pantalones anchos, no quiero ni levantarme de la mesa.
Pero lo tengo que hacer, dejando mi pan a la mitad y me vaso de agua vacío me levanto, camino rápido para llegar al baño y cierro con seguro.
Es la primera vez que me miro al espejo desde la noche pasada y como lo dije, no me gusta lo que veo.
Mis ojeras saludan más que nunca, tengo menos de la mitad de mi pómulo y media mejilla con un moretón morado con manchas rojas y una parte de mi labio inferior está hinchada, quien diría que la persona que me hizo esto ahora esta muerta.
Abro la regadera y dejo le subo al agua fría, la agua caliente no me quitará lo suciedad que siento.
Me despojo de la ropa y sin esperar echo mi cuerpo al agua, por algunos segundos siento el agua tan helada que pienso en cerrar la llave pero seguido de eso me acostumbro.
Levantó mi cabeza para que el agua tenga acceso a todo mi rostro, necesito estar limpia.
Masajeo mis brazos y miro las palmas de mis manos, anoche estuvieron manchadas de sangre, sangre que no era mía.
Las talló con fuerza y la frustración empieza a saludar. Sin saber en qué momento mis lagrimas se mezclan con el agua fría resbalando por mi rostro.
Me frustra no sentirme limpia y ligera, me frustra sentir un gran peso encima.
El reloj marca que son las ocho de la noche, después de durar dos horas en el baño intentado sentirme más limpia que fue un rotundo fracaso, me di por vencida y salí a dormir un rato.
Solo dormí por tres horas y cada media me levantaba, tuve que cerrar con seguro la puerta de mi cuarto.
Intente cerrar las ventanas y apagar la luz pero no puede hacerlo, el miedo a que la oscuridad me persiga me lo impidió.
Me levanto de la cama y voy a la cocina, ahí es donde deje mi móvil.
Lo tomó y me dirijo a la sala, me siento y enciendo mi móvil.
Quiera o no lo tengo que hacer, si no lo hago las personas se les hará raro y si encuentran a Edén seré yo la primera sospechosa, así que debo aparentar estar normal.
Lo enciendo y estallan muchas llamas perdidas por parte de Alex, Hans, Gabe y Teo que son los más importantes para mi, le siguen algunos otros amigos.
En mi redes sociales tengo un montón de personas felicitándome por mi premio, muchas de esas personas ni siquiera las conozco y también con ellos trae muchos seguidores nuevos, para lo que me importa.
Una llamada perdida llama mi atención entre muchas, es un número que no conozco y me marco sólo dos veces, no fue muy insistente como mis amigos.