Capítulo 19 ♠️

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—¿Por qué pagaron una recámara con nosotros entonces? Si querían privacidad solo lo hubieran dicho—dice Alex tomando jugo de naranja.

Anoche Dariel y yo no llegamos a el cuarto con los demás, tiene razón Alex pero cuando todos salieron a la terraza por un poco de aire fresco y Dariel estaba conmigo en la recámara, una cosa se dio a otra y obviamente no lo haríamos con mis amigos escuchándonos.

—Está noche si dormiremos aquí, dejemos ese tema—resoplo.

Alex asiente y yo espero a que termine sus últimas tres rebanadas de melón. Todos bajamos a desayunar a el pequeño restaurante que tiene el hotel, realmente es muy bueno, Dariel fue a atender algunas llamadas de su trabajo y de paso a comprar algo que necesitaba, Hans sigue dormido al igual que Gabe y Neiza conoció a una mujer anoche y quedaron en desayunar hoy.

—Neiza me agrada ¿como la conociste?—pregunto.

—Un amigo me la recomendó hace como seis años, es tatuadora—responde comiendo su última rebana de melón. 

—Tal vez le diré que me haga mi primer tatuaje—comentó gustosa.

Aunque se que no me pegan, soy de las personas que le gusta verlos en otras personas, más no en mi.

—Tuviste más de 200 años para hacerte uno y quieres hacerlo ahora, no eres de tatuajes Elina—Alex dice la verdad.

—Nunca es demasiado tarde pero si, no soy de tatuajes—

—Buenos días mortales—saluda un alegre Gabe.

—Despiertas tarde—le digo cuando se sienta junto a nosotros.

—Ya había despertado, no dormir aquí—explica.

Alex rueda los ojos.

—Si quieren privacidad solo díganlo y nos nos hagan perder tanto tiempo en recepción—bufa.

—¿También te divertiste anoche con tu novio?—me pregunta Gabe.

Ahora soy yo la que ruedo los ojos.

—Cállate—le digo.

Esa pequeña palabra me recuerda a mi libro favorito.

—Demonios llegamos un poco tarde—aparece Hans junto a Neiza.

—No digas "demonios" ¿en que siglo estás? Asco—hace muecas de desagrado Gabe.

Alex y yo reímos.

—Demonios, Demonios y doblemente Demonios—se sienta Neiza.

—Tu eres rarita, de ti se explica—dice Gabe.

Y así empieza una discusión.





Me miro a el espejo por última vez convenida de lo que me puse, un gorro típico de invierno blanco, un abrigo largo de pequeños cuadros blancos y negros, unos jeans blancos con unas botas largas negras. Deje mi cabello suelto y no me maquillaje, en invierno casi no me gusta hacerlo, siento mi rostro seco y con maquillaje lo siento peor.

—¿Te has operado?—me pregunta Neiza entrando a la recámara.

La miro sospechosa, dejo de acomodar mi gorro y la miro.

—No ¿por qué?—preguntó.

—Por tu cuerpo, no es el típico de una chica inglesa—responde encogiéndose de hombros.

La última vez que escuché algo de operaciones en mi fue de Gabe.

—Mi madre era mexicana—explicó.

Fría inmortalidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora