Elina
Recuerdo cuando era adolescente y cuando sentía que mi mundo se cerraba, mamá o papá llegaban y me abrazaban cuando me veían llorar en mi cama, el abrazo siempre venía acompañado de un "Eres una chica valiente con unos padres que darán todo por ti"
Y en este momento ni siquiera tengo palabras para describir el dolor que siento, estoy totalmente hundida y lo peor es que por la puerta de la recámara no entrarán ni mi madre ni mi padre.
Me gustaría que estuvieran aquí y con solo un abrazo de ellos sentir que todo mal no existe y todo estará bien.
Me siento sola.
Me siento humillada.
No tengo fuerzas, he fracasado, no puedo ser una buena amiga, mis amigos están en peligro por mi culpa, ni siquiera una buena persona.
Tengo más de una hora acostada en la cama, no quiero salir nunca de aquí, no quiero volver a mi realidad, quiero dormir para que no me duela el corazón.
Unas cuantas lagrimas resbalan silenciosamente por mi mejilla, mientras mi vista esta en la nada.
Le disparó en la cabeza, yo vi como sucedió todo, vi toda esa sangre y Dariel lo hizo. Dariel manchó sus manos de sangre y me cuesta creer que no fue solo ayer, si no desde hace tantos años, me acariciaba con sus manos marcadas.
¿Cuantas personas estarán matando por sus órganos?
¿Cuantas personas inocentes?
Me pidió ayuda, me pido ayuda con su último aliento y no pude hacerlo, Dariel me tomo a la fuerza y me alejo.
Lo deje morir solo.
¿Cuales habrán sido sus últimos pensamientos?
¿Habrá pensado en su bebé y su esposa?
Escucho la puerta de la recámara abrirse, hubiera sido mejor que se largara y me dejara en paz.
Unos cuantos pasos de botas negras se acercan a donde estoy y no me molesto en mirarlo, esta frente a mi, me está observando pero no tengo la voz para decirle que se vaya, se agacha hasta quedar a mi altura, sigo sin mirarlo ya mucho dolor me ha causado.
No quiero mirar su rostro y darme cuenta que el hombre que tanto amo y entregue todo de mi, se ha burlado y es un asesino.
Sin más, se sienta en el suelo junto a la cama mirándome.
—He encargado el desayuno ¿como te sientes?—pregunta con voz dulce.
Todas sus malditas palabras se las puede guardar en su maldita boca, haga lo que haga no quitara lo que vi anoche, fue horrible y será algo que jamás olvidará y me atormentará cada día de mi eternidad.
No se como puede ser tan sin vergüenza al estar aquí aún.
No respondo, solo busco fuerza para que se mis ojos no salgan mas lagrimas.
Dariel se queda mirando al techo unos minutos como si intentara buscar palabras.
—No quise ser agresivo anoche, solo..... no se como mantenerte bien y no quiero estar lejos de ti.
Sigo sin responder, él no sabe cuánto duele cada acción o palabra.
—Nunca he jugando contigo Elina, mis sentimientos siempre han sido reales pero de un momento a otro mi realidad golpeó el sueño que tenía contigo—continua.
¿Nunca estuve en su realidad? Porque si fui parte de un simple sueño, no quiero eso, yo a él ya lo tenía en mi presente y lo pensaba a futuro.
—Se lo que me merezco, lo que hago es una maldita asquerosidad pero... soy lo que soy por mi pasado Elina y en algún momento yo también fui a la victima que dañaron solo que yo cobro venganza—sigue mirándome a los ojos.